'La sombra de Batgirl', con voz propia

He de ser honesto, salvo puntuales instancias —que, si la memoria no me falla, quedan encarnadas en la terna que forman ‘Superman contra el klan‘, ‘Harley Quinn: Cristales rotos‘ y ‘Batman: Caminante de la noche‘— me inspiran muy poca simpatía las historias que DC ha ido poniendo en pie en los últimos años orientadas a un público más joven que, desconocedor de la apabullante continuidad de los héroes del panteón de la editorial, pueda ser captado como lector de la versión en papel de los mismos gracias a la facilidad de acceso que conforman el puñado de proyectos que, primero a través de la editorial Hidra, han terminado —lógicamente— en el sello Kodomo de ECC Ediciones. Y si bien no cabría añadir este ‘La sombra de Batgirl‘ al limitado número de historias que, al menos hasta el momento, han sabido captar mi atención y terminar formando parte de mi tebeoteca —indicativo último de que son algo más que productos notables—, lo cierto es que este ‘La sombra de Batgirl’, al menos en lo que al trabajo al guión de Sara Kuhn se refiere, deja un inmejorable sabor de boca por una razón muy simple que, en parte, está compartida por los títulos que citaba al comienzo del párrafo: sabe cómo, hasta cierto punto, insuflar nueva vida —y bastante corazón— en el personaje central hasta apartarlo, casi por completo, de su versión más ortodoxa del Universo DC tradicional.

Y es que la Batgirl que da nombre al título no es Barbara Gordon, que también es protagonista del volumen, sino una Cassandra Cain que, presentada aquí desde cero, conquista rápidamente al lector merced a la candidez que desprende y a la precisión con la que la escribe Kuhn. Poco importa, de hecho, que la historia que la guionista construye a su alrededor en este bautismo de fuego que es el relato, esté vertebrada sobre un esquema bastante previsible —no estamos hablando, a fin de cuentas, de un producto destinado a un lector avezado— cuando, tan sólo por la relación que se plantea entre Cass y el puñado de personajes que se disponen a su alrededor, se generan sinergias tan geniales y llenas de carisma como las que vemos aquí. Harina de otro costal, aunque no de uno que haya que desdeñar sin más, es el dibujo de Nicole Goux que, aunque dinámico y lleno de una rebosante energía, nos parece de un talante caricaturizado demasiado exagerado en cómo deforma las proporciones de las figuras. No es una pega que arrastre al lodo, ni muchísimo menos, a un conjunto que nos gana por la capacidad de los personajes de meterse bajo nuestra piel; pero sí es suficiente escollo como para situarla entre lo mejor que nos ha dejado la línea de Young Adults de DC.