COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Harley Quinn: Cristales rotos’, espléndida

No han podido ser todos porque, honestamente, alguno de ellos me interesaba tan poco a priori que rechacé la opción de acercarme a él. Pero sí que han sido la inmensa mayoría los títulos que, de la línea de Jóvenes Adultos de DC he podido dar cuenta. Y creo que ello me coloca en una posición lo suficientemente firme como para poder afirmar, sin miedo a errar en dicha afirmación, que ‘Harley Quinn: cristales rotos‘, es la mejor propuesta que nos ha llegado a los amantes del noveno arte desde un proyecto editorial que, tan temprano como en este volumen firmado por Mariko Tamaki y Steve Pugh, ya tenía clara cual iba a ser la seña principal de su identidad: dejar de lado cualquier atisbo de continuidad y acercar a los más jóvenes de la casa, y a cualquiera de un rango de edad superior que quisiera dejarse engatusar por ellos, visiones que, respetuosas con la idiosincrasia de los personajes, nada tengan que ver con lo que sus contrapartidas «originales» han recorrido durante décadas. Y, como decimos, cumpliendo escrupulosamente con ese esquema, ninguna de las aproximaciones que nos hemos leído funciona tan bien —vamos, es que ni juegan en la misma liga— como este acercamiento a una Harley adolescente que va a parar a un pequeño edificio de Gotham donde una comunidad LGTBI intenta sobrevivir a los envites de una gran corporación que quiere hacerse con el inmueble.

Tamaki sabe muy bien lo que se trae entre manos con un personaje tan querido por los fans como Harley, y en esta construcción desde cero de la que terminará siendo anti-heroína por excelencia del universo DC, se distingue a la legua un mimo muy especial con la que es protagonista casi absoluta de la narración. Sí, hay muchos más personajes, pero la cuota de página de la adolescente que da título al volumen gana por muchas cabezas a todos sus compañeros de reparto para dejar claro que esto es un cómic de Harley Quinn con aderezos. Ahora bien, esos aderezos podrían haber sido meros monigotes parlantes que no añadieran nada al complejo espectro de la personalidad de la protagonista o, como logra Tamaki, actores decisivos en su formación, dejándose notar en los principales de ellos aspectos más que reconocibles de lo que la futura criminal y compañera de Joker dejará ver desde su irrupción en el Universo DC.

En esa precisa construcción que la guionista hace de Quinn, hay lugar, cómo no, para ese delicado equilibrio que el personaje ha mantenido entre la cordura y la locura, representada la primera por el elenco de bondadosos personajes que acogen a Harley en el edificio que es escenario de fondo de gran parte de la acción, y la segunda en un remedo del Joker que incitará a nuestra heroína a cometer sus primeras tropelías. En el punto medio entre ambos, Tamaki se reinventa a Hiedra Venenosa, convirtiéndola en compañera de instituto de la protagonista y dando en el clavo con la manera en que, sin serlo de forma plena, monta el esquema básico de la que, en el normal discurrir de la continuidad «decera» será amante de Quinn y compañera de mil y un desventuras.

Podríamos continuar desgranando las virtudes que Tamaki enhebra en un guión que sólo se deja leer a cierta distancia en un par de detalles. Bien es cierto que uno de ellos es de considerable relevancia, pero no podríamos afirmar que apercibirnos de por dónde terminará discurriendo sea una falla lo suficientemente abismal como para ser insalvable. Además, el trabajo de Steve Pugh es tan sumamente sobresaliente, que, de así quererlo, podríamos exculpar las faltas del guión si con ello justificamos acercarnos a la espectacular potencia de los lápices, tintas y color del artista de ‘Los Picapiedra‘. De hecho, si ya cuando hablamos de la adaptación de la serie de animación de Hanna Barbera dijimos que lo Pugh conseguía añadir muchas capas de significado al guión de Mark Russell, otro tanto cabría afirmar de la delicadeza con la que trata aquí TODO, escenarios, acción y, por supuesto, unos personajes que saben transmitir sus emociones como si fueran personas de carne y hueso. Y no seguimos, que nos conocemos y, embargados por lo mucho que nos ha maravillado este volumen, podríamos continuar hablando de el sine díe. Sirva el saber que esa sería la mejor baza para convenceros de que ‘Cristales rotos’ es un cómic que tenéis que incorporar a vuestra tebeoteca sí o sí.

Harley Quinn: Cristales rotos

  • Autores: Mariko Tamaki y Steve Pugh
  • Editorial: ECC Ediciones
  • Encuadernación: Rústica
  • Páginas: 200 páginas
  • Precio: 21 euros
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