'Beast Boy ama a Raven', el tigre, la bruja y el mercenario

¿Que sería de Superman sin Lois Lane, de Wonder Woman sin Steve Trevor o de Batman sin Selina Kyle? Seguirían salvando el mundo igual y tendrían las mismas dudas existenciales pero seguramente les faltaría una parte de su alma. Beast Boy y Raven, miembros de los Jóvenes Titanes, no llegan a la popularidad de las tres parejas antes mencionadas, pero son un dúo que funciona. Tras años en los que su relación se ha movido entre la pura amistad y ese algo más, ambos superhéroes son ya son pareja consolidada no sólo en los cómics sino en la pequeña pantalla como hemos podido disfrutar en la animada ‘Teen Titans Go!‘, aunque sólo sea en un puñado de capítulos. El título de su última incursión en el campo de la viñeta tampoco engaña: ‘Beast Boy ama a Raven’.

Dentro de la línea Kodomo, dedicada principalmente al lector infantil, pero que araña esa franja del joven adulto en la que podemos encuadrar esta obra, este título protagonizada por ambos Titanes adopta un tono entre el drama y el romanticismo para presentar su viaje iniciático. Una Raven con amnesia parcial, enfrentada a su herencia demoníaca, y un Beast Boy que aún no controla unos poderes cuyo alcance apenas sí comienza a intuir emprenden un viaje a Nashville para reunirse con un tal Slane, un nombre que aunque no suena a nuestros protagonistas si lo hace al amante de sus cómics, que promete ayudarles a solucionar sus problemas un par de dos días después de su llegada. Será durante esa espera en la que aprovechan a hacer algo de turismo cuando estos dos personajes se conozcan y empiecen a experimentar desde el primer momento una suerte de atracción que comienza a crecer en un momento en que ambos se sienten extraordinariamente frágiles, incluso desconociendo la amenaza que se cierne sobre ellos, aunque por suerte la hermana adoptiva de Raven y el mismo Damian Wayne están guardandoles las espaldas sin que ellos lo sepan.

Una historia de corte costumbrista sobre dos seres inadaptados, de esas que en el fondo nos suenan a todos aquellos que hemos disfrutado con los cómics de mutantes y que, a pesar de ser perfectamente disfrutables por los adultos conectan perfectamente con el lector adolescente, con las dudas que atormentan a unos protagonistas que se están descubriendo a sí mismos y que aún no saben cómo evaluar sus propios sentimientos.

Pero si esto es buena muestra del trabajo de una autora, Kami García, acostumbrada a lidiar con la mezcla entre romanticismo y fantástico de lo que es buena muestra su labor en la novela ‘Hermosas criaturas‘ y sus secuelas, y que ha demostrado como jugar con héroes lejanos a las heroicidades como en su guión de ‘Joker/Harley: Cordura criminal‘ el apartado gráfico, obra de Gabriel Picolo no se queda atrás. Con unos ligeros toques de manga, especialmente en el diseño de personajes y algunos detalles de su dinámica, y una paleta de color rica en violetas y verdes, limitada pero armoniosa, los lápices de Picolo infunden naturalidad a una trama en los que los poderes no son lo importante, ni siquiera el villano, en una suerte de Mcguffin para darle valor a lo auténticamente importante: el estado emocional de sus protagonistas.

Continuación de dos monografías obra de los mismos autores dedicadas a sus personajes principales por separado (en EE.UU se ha llegado a editar además de su versión en tapa dura un cofre que comprende los tres volúmenes, en una iniciativa que sería deseable llegase aquí) ‘Beast Boy ama a Raven’ culmina una trilogía en la linea de otras recientes obras de DC que nos han acercado a la adolescencia de personajes clásicos como ‘Wonder Woman: Hacia la Tormenta‘ o ‘Harley Quinn: Cristales rotos‘. Una perfecta propuesta de transición para jóvenes lectores aficionados al cómic pero poco devotos de los superhéroes o aquellos que, simplemente, disfrutan con el lado más íntimo del espectro superheroico, lejos de grandes batallas y amenazas globales. Este cómic deja muy claro que Beast Boy ama a Raven. Concluida la lectura no podemos evitar querer a los dos.