COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Logan’, ¿la mejor película de mutantes? Ni de lejos

Soy de los que, a día de hoy, sigue creyendo que lo mejor que ha dado la franquicia mutante se circunscribe a las dos primeras entregas que Bryan Singer firmó en los años 2000 y 2003 con instantes añadidos procedentes del primer tramo de ‘X-Men: Días del futuro pasado’ (‘X-Men: Days of Future Past’, Bryan Singer, 2014). Más allá de lo que ahí queda contenido —que no es poco— las producciones de los hombres y mujeres X se han movido entre lo insufrible tanto de la tercera parte dirigida por Brett Ratner como de la segunda centrada en Lobezno; lo muy olvidable de ‘X-Men Orígenes: Lobezno’ (‘X-Men Origins: Wolverine’, Gavin Hood, 2009) o lo puntualmente rescatable de ‘X-Men: Primera generación’ (‘X-Men: First Class’, Matthew Vaughn, 2011) o ‘X-Men: Apocalipsis’ (‘X-Men: Apocalypse’, Bryan Singer, 2016).

Con dicho esquema en mente, y lo poco que suscitaba el interés de este redactor el anuncio de una tercera producción centrada en Lobezno, acudí el viernes pasado a ver ‘Logan’ (id, James Mangold, 2017) con ciertas expectativas derivadas de dos hechos. Uno el que, supuestamente, la cinta habría tomado como fuente de inspiración ‘Old Man Logan’, ese largo arco argumental escrito por Mark Millar en el tiempo en que se ocupó del mutante más conocido de todos y que, da igual las veces que uno lo lea, sigue sorprendiendo por su brutalidad. Y dos, los cantos de sirena que llegaban de todas partes de la red y que afirmaban, sin asombro de duda, aquello que el titular de esta entrada acota entre signos de interrogación: que estábamos ante la mejor cinta de todas aquellas que se han acercado al universo de los mutantes y que ‘Logan’ ofrecía lo que ninguna había sido capaz de ofrecer hasta ahora.

Cierto es que, entrando en materia, el Lobezno que vemos aquí, aunque viejo y enfermo, es más salvaje, visceral y sanguinolento que nunca, algo que ya queda patente desde el brutal prólogo y que la cinta dirigida por James Mangold pone en relieve en los cuatro instantes en que la acción sin más se abre paso, mostrando sin tapujos el letal uso que James Howlett hace de sus garras de adamantium. El problema del filme es que, dejando de lado esos instantes en que por fin, después de diecisiete años, podemos contemplar en todo su salvajismo a Arma-X, ‘Logan’ se postula como un producto de excesiva duración —muy excesivos son los 140 minutos de metraje— que, con relleno hasta decir basta, pierde completamente el hilo en un tramo central que arrastra consigo a los dos que lo envuelven.

Hasta que éste llega, el relato hilvanado a seis manos por James Mangold, Scott Frank y Michael Green nos ha llevado al año 2029, un futuro nada utópico para los mutantes, ya que un evento del pasado que nunca se aclara acabó con la casi totalidad de los portadores del gen X, y por lo que cabría pensar, sólo Logan, Xavier y Caliban pudieron sobrevivir a aquel instante del pasado que borró de la faz de la Tierra a los hombres y mujeres X. La indefinición que rodea a tamaña debacle es la que hace presa del resto de un libreto que sólo se molesta en dar explicaciones sobre el origen de X-23 y los niños con cualidades especiales que la cinta nos presenta en su acto final, y aunque es de agradecer que no se nos dé todo mascado, lo habría sido mucho más que la terna de guionistas hubiera visto el potencial de un flashback en el que se nos trasladara de forma sucinta la hecatombe que acabó con los mutantes.

En lugar de aprovechar la oportunidad que ellos mismos se construyen, Mangold, Frank y Green se dedican, como decía, a meter cuanto más relleno mejor y a pensar que, por el mero hecho de incluir detalles aquí y allá orientados a hacer las delicias de los frikis del lugar, vamos a perdonárselo todo. Lejos de conseguirlo —por más que la broma metalingüistica que gasta el guión sobre los cómics esté muy conseguida— lo que lo deslavazado de la producción logra, y logra de forma inequívoca, es aburrir a las piedras con ese ritmo de letanía que adquiere en cuanto su foco abandona la acción y se centra en la dualidad de road movie y western que, en términos generales, sobrevuela el conjunto.

Extraída dicha combinación de lo que Millar imprimía en las páginas de ‘Old Man Logan’, y aunque haya que admitir que el Mangold director imprime al conjunto un estilo y un tono crepuscular que se aparta de forma radical de todo aquello que hemos visto hasta ahora en el mundo del cine de superhéroes, lo que aquí encontramos no termina de convencer por su falta de coherencia interna y porque, más allá de lo que atañe a Lobezno, y en menor medida a Xavier, el desarrollo de personajes es esquelético y mira de forma demasiado obvia a trillados arquetipos —lo del personaje del brazo metálico que persigue a la troupe formada por Logan, Charles y Laura es de risa—, sacando al respetable del avance de la narración cada vez que esta no incluye a Lobezno.

Sumemos a ello, insisto, su excesiva duración —es este uno de esos filmes que podría haberse quedado perfectamente en cien minutos y que, con dicha duración, habría ganado bastantes enteros—, una partitura horrenda de Marco Beltrami que hace máxima del término inadecuado, lo poco que nos importa el destino de TODOS los personajes y el que, llegado el ecuador del metraje, las miradas furtivas al reloj se conviertan en una constante y no queda duda en el que esto suscribe para afirmar que no es ‘Logan’ la panacea que muchos afirman y que mucho es lo que se ha desaprovechado en una producción que, de haber seguido de forma más intensa el patrón erigido por Mark Millar, sí que alzado orgullosa como la mejor de la franquicia mutante y no plantada ahí, en tierra de nadie. Una lástima.

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