'Pelúcidar', el mundo perdido

El trabajo constante y determinado al que Diábolo lleva ya años sometiéndose en la exacta recuperación de material «clásico» de allende los mares no está, creemos, valorado en la medida en que debería estarlo: perdido quizás entre la apabullante marabunta de novedades que nos llegan cada mes desde el cada vez mayor número de editoriales que pueblan nuestro panorama tebeístico, es comprensible que el último volumen de las historias de terror o ciencia-ficción de la EC Comics no forme parte de lo que más llama la atención del lector «medio», ese que, normalmente, está enfrascado en cómics de superhéroes o sólo bebe los vientos por cuanto manga se le pone a tiro —y con la irrefrenable marea de títulos que aparecen cada mes, es casi imposible ignorar el tebeo venido del país del sol naciente— y considera, porque así lo hemos pensado todo en alguna ocasión antes de darle la oportunidad que se merecen, que cualquier cosa de antes de los 80/90, está completamente apartada de su particular radar de filias en viñetas.

El caso de ‘Pelúcidar‘, por supuesto, cae en el mismo saco que los tebeos de la EC o esos clásicos tan primorosamente editados que, como el ‘Lil’ Abner‘, Diábolo nos está regalando a los aficionados en volúmenes que quitan el hipo: adaptación de las novelas homónimas de Edgar Rice Burroughs, cuya popularidad se vio ensombrecida, qué duda cabe, por las más famosas creaciones del literato estadounidense —Tarzán y John Carter, por si hay algún despistado en la sala—, las andanzas de dos científicos en un mundo dentro de nuestro mundo, claramente inspiradas por Julio Verne y su ‘Viaje al centro de la Tierra‘, tienen también mucho del ‘Tarzán‘ del propio Burroughs, resultando de la mezcla de ambos frentes un relato que, aún hoy, después de más de un siglo de su publicación original, conserva gran parte de una frescura que provenía de la voluntad del escritor de crear una saga que se centrara en la vertiente de aventuras y dejara de lado, en la medida de lo posible, la parte científica de la que hacía gala la obra de Verne.

La traslación a viñetas que ahora nos presenta Diábolo en un volumen primorosamente editado por más que la reproducción de las planchas originales sea cuestionable —algo no atribuible a la editorial española, sino al material de partida — corre a cargo de nombres de tanto calado como Dennis O’Neil, Mike Kaluta o Len Wein —por no hablar de esa gloriosa portada del insigne Mike Schultz —, pero diversas circunstancias, relacionadas, no con la calidad de lo que los autores desarrollan sino con la premura con la que se canceló el proyecto, hacen que el tramo final de la lectura sea bastante atribulado con acontecimientos que se precipitan de manera rauda sin dar tiempo a asimilarlos. Hasta entonces, hasta ese puñado de páginas que restan solidez al conjunto, lo que tenemos es el preciso equivalente en lenguaje secuencial de lo que Burroughs capturaba con su prosa, y la capacidad para instilar sentido de la aventura, la maravilla y el asombro en el lector que se deje llevar por esta pequeña, aunque breve joyita, es un valor a tener en cuenta por mucho que su componente visual sea poco más que correcta. Muy, pero que muy recomendado para los amantes del tebeo clásico del género.