‘Tales From the Crypt Volumen 2’, sustos de primera categoría

Es por todo y por nada en concreto. La edición que Diábolo nos está haciendo llegar del material perteneciente a la mítica EC Comics no puede ser mejor, es imposible. El contenido, el formato, la restauración del color, el papel elegido, el olor que desprende una vez que se abre… Lo dicho, todo y nada. Para terminar de redondear un producto, ya de por sí inmejorable, nos regalan una introducción escrita por uno de esos directores de cine con los que el género de terror alcanzó un nivel descomunal: Joe Dante. Siempre es agradable leer la experiencia personal de estas celebridades, sus primeros contactos con el material que aquí se reseña, los problemas que tenían para poder disfrutar de estos placeres prohibidos y un sinfín de anécdotas que se convierten en la mejor forma de empezar a leer el presente volumen. Una entrega que repite cabecera, un ‘Tales From the Crypt Volumen 2’ que incluye un buen puñado de relatos espeluznantes firmados por nombres importantísimos dentro de la industria de aquellos días y que, por increíble que pueda parecer, han aguantado bastante bien el paso del tiempo, demostrando ser tan eficaces ahora como lo fueron antes. Se crea, queramos o no, un vínculo entre estos comics y toda la corriente de terror que se vivió en los años ochenta, justificando de manera vehemente la presencia de Joe Dante en este volumen.

Si hay que subrayar un nombre de entre todos los que aparecen en los créditos de este tomo ese es el de Al Feldstein, guionista de todos los relatos contenidos en el mismo y figura indispensable para comprender el movimiento de entonces. Mandamás de la revista MAD, se abrió camino en el mundo editorial demostrando que había vida más allá de las cabeceras EC. Bien es cierto que se aprecia cierta filia por el lado macabro de la vida, por esas historias cortas cuya base realista no impide que estén empapadas de momentos sangrientos y violentos en los que la muerte siempre suele jugar un papel fundamental. Con el inmortal Guardián de la Cripta en su papel de maestro de ceremonias, el show siempre suele llevarnos a oscuros designios por parte de los protagonistas de los relatos, gente normal que, en un momento concreto de su existencia, bajan la guardia y se dejan llevar por algún tipo de comportamiento, llamémoslo, reprobable. Una equivocación que lleva aparejada un castigo que suele terminar en un luctuoso desenlace, sirviendo como moraleja y toque de atención al lector. Un esquema que se repite a lo largo de todo el volumen, evidenciando que el guionista de turno debe atinar de lo lindo para que la originalidad no decaiga en ningún momento. 

Bien es cierto que Feldstein hace un gran trabajo en los guiones de todas estas aventuras (las únicas en las que no aparece su nombre son aquellas en las que no ha podido ser demostrada su participación o se desconoce la autoría de las mismas). Sabe perfectamente qué es lo que gusta a los lectores de estas revistas y no duda ni un solo segundo a la hora de dárselo: guiones sencillos que suelen tener como trasfondo un episodio cotidiano y tremendamente cercano al lector donde, rápidamente, se da un vuelco en los acontecimientos para que haga acto de presencia un tipo de terror, sobrenatural o no, pero tan escalofriante que nos dejará un buen rato pensando en las consecuencias. No estará solo el guionista nacido en Brooklyn, le acompañan algunos de los dibujantes más laureados de aquellos días, considerados leyendas actualmente y cuyo trabajo brillaba a pesar de la oscuridad del material. Jack Davis, Graham Ingels, Jack Kamen, Joe Orlando o Johnny Craig; habituales de los distintos títulos que conformaban EC Comics y cuyos lápices captaban todo el horror, lo espeluznante y lo sangriento que se exigía para la ocasión. No podemos pedir más a un material exquisito y a una edición mayúscula como esta, tan solo, que todo siga como hasta ahora y muy pronto tengamos una nueva entrega de esta magnífica Biblioteca, sea del género que sea.