No es que se hubiera ido y que, como una de esas viejas leyendas del rock’n’roll, hubiera anunciado su regreso para sorpresa de quiénes se alimentaban de revisar obras pasadas y hablar de su pretérita grandeza. No. Aunque algo de leyenda del rock siempre rodeó a nuestro añorado san roqueño. Es que, lo que Carlos Pacheco llevaba años realizando en sus salteados trabajos para Marvel —la puñetera maquinaria de producción de la editorial no lo dejó de mover en ningún momento, de una colección a otra, hasta con números sueltos en cabeceras de nulo interés—, concitaba una opinión callada y sólo comentada en círculos cerrados acerca de no llegar a ver al inconmensurable autor que fue en el «normal» artista que era —sólo hemos puesto dos comillas, pero completen ustedes a su antojo con cuantas más quieran eso de «normal». Algo había en esa normalidad que atribuir a los entintadores que se iban sucediendo sobre sus lápices y que nunca cesaban en atajar nuestra morriña por Jesús Merino. Pero era un algo a lo que atribuir limitado alcance. Porque, en el fondo, todos sabíamos que la pasión con la que había tocado techo en ‘Arrowsmith‘ se había ido apagando por los motivos que fuera —de nuevo, queremos pensar que había mucha apatía hacia la fórmula Marvel— y que sus lápices ya no estaban tan trabajados como antaño. Y, de repente, una esperanza: Rafa Fonteriz entra en escena y Carlos se encarga, aunque no de forma plena, de la muy correcta miniserie de Capitana Marvel junto a Marguerite Sauvage. Algo hace click. Un CLICK muy sonoro. Vemos en muchas viñetas al dibujante que nunca estaba satisfecho con la posición de una barandilla o la mueca de un personaje. Este sí es el Carlos que conocimos y aprendimos a amar en los noventa. Y, entonces, porque no podía ser en otro momento, se anuncia ‘Arrowsmith 2’. Las rodillas nunca nos han temblado más.
Era un regreso sobre el que se llevaba hablando desde el momento mismo en el que la primera serie había terminado. Tanto Kurt Busiek como Pacheco habían estado años confirmando que tenían clara la idea, no sólo de esta segunda parte, sino de la tercera y última —tercera y última que el propio Busiek se encarga de confirmar que saldrá porque así lo quería Carlos, aunque sea con otro dibujante—, pero los astros nunca habían terminado de alinearse para que ‘Arrowsmith 2’ fuera una realidad. Pero lo terminó siendo…en el peor año posible. No hace falta que os diga cuán cargada de tristeza estuvo la lectura de los seis números originales que Dolmen ha publicado en este volumen tan impregnado de amor por el medio cuando, durante su aparición en Estados Unidos, se supo de la enfermedad que, en última instancia, nos arrebató a tan insigne figura de la viñeta impresa. Y, aún así, aún considerando que la algarabía incontenible que suponía volver a ver a Fletcher Arrowsmith continuando la historia allí donde se había quedado casi tres lustros antes estaba manchada por el pesar que nos invadía saber que el artista gaditano estaba enfermo de algo terrible, fue una la sensación que se sobrepuso a todo: el reencontrarnos con Carlos Pacheco. El de «verdad».
De nuevo, como había pasado en la miniserie de Capitana Marvel, mucho tuvieron que ver en ese reencuentro las magníficas tintas de Fonteriz —aunque, si estás leyendo esto por un casual, Rafa, perdónanos el afirmar que siempre nos quedará la duda de qué habría hecho Merino con las planchas de este segundo volumen—; pero, más aún, el que, al retornar a ese mundo alternativo en el que la Primera Guerra Mundial se libra con dragones y magia, se nos antojara que Carlos viajaba de nuevo su yo de años atrás y, al hacerlo, conectaba con su mejor versión. Y que no os quepa duda, es su mejor versión la que encontramos en 140 páginas de auténtico genio narrativo y de constante maravilla gráfica. No hace falta que nos deshagamos en mil y un elogios porque si habéis tenido la fortuna de asomaros a sus páginas o si, como nosotros, tenéis en tan altísima estima al ‘Arrowsmith’ primero, sabréis que lo que aquí se cocina no está al alcance de cualquiera.
Bien es cierto que, si sólo nos fijamos en el guión, es este ‘Arrowsmith 2’ claro estadio intermedio en la trilogía pensada por Busiek y Pacheco; y también que, como tal, mucho de lo que aquí se plantea —la inmensa mayoría, cabría precisar— nos deja con el ánimo en suspenso de cara a lo que sea que se nos trasladará en la conclusión de la saga. Esto, por supuesto, es probable que le plantee a no pocos un debate de difícil resolución: si valorar lo que aquí tenemos como parte de un todo o hacerlo de forma aislada. En nuestro caso, sea cual sea la aproximación al volumen, la reflexión es la misma: hay aquí demasiada grandeza, demasiado buen hacer y, sobre todo, demasiado AMOR por el noveno arte como para si quiera plantearse la manera de valorarlo. Hay que tomarlo como lo que es, un gran cómic ideado por grandes autores y que, además, cuenta con una edición en castellano que no puede definirse de otra forma que no sea GRANDE: detalles de cenizas al margen, Dolmen se ha dejado la piel en que este tomo sea un homenaje en toda regla a su dibujante, cargando las tintas en unos extras que son el sueño húmedo de cualquier coleccionista. Ningún testamento impreso habla con mayor cariño y contundencia de lo que Carlos Pacheco supuso para un medio que, en más aspectos de los que cabe pensar, nunca habría sido el que tenemos ahora sin su presencia. Nuestra gratitud y admiración serán, de eso no os quepa duda, eternas.
Arrowsmith 2
- Autores: Kurt Busiek y Carlos Pacheco
- Editorial: Dolmen
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 192 páginas
- Precio: 26.90 euros