Me acerqué a este volumen fuertemente atraído por su portada, pues en un principio pensé que pudiera tratarse de una obra del maravilloso ilustrador Gris Grimly. No tardé en descubrir que andaba equivocado y que la autoría de esta historia corresponde al pamplonica Jali, pero la decepción no duró porque gracias a eso descubrí las virtudes de este joven autor.
Después de leer ‘El último gran viaje de Olivier Duveau’, al momento me han llegado a la mente las historias de esa corriente literaria conocida como realismo mágico que encabezaron autores como Juan Rulfo y García Márquez. Su modus operandi se basaba en una ingeniosa amalgama de fantasía y cotidianeidad, y yo siempre he pensado que lo que estos escritores hacían era retratar el mundo que nos rodea a través de los ojos de un niño.
Y en cierto modo, eso es lo que podemos encontrar en el cómic de Jali: una historia cargada de fantasía que nace a partir de la dura realidad de su protagonista, aderezada con uno de esos amores idealizados e imposibles que han marcado al ser humano desde sus inicios como especie.