En un agujero en el suelo vivía un hobbit
(In a hole in the ground there lived a hobbit)
Así comienza ‘El Hobbit‘, el libro en el que se basa la trilogía que Peter Jackson estrena en todo el mundo el próximo viernes 14 con ‘El Hobbit: Un viaje inesperado’, la primera parte de la saga. Es una frase que se ha convertido en una de las más famosas de la literatura universal, por lo menos si nos atenemos a la literatura del s.XX.
Una frase que fue lo primero que J.R.R. Tolkien se escribió del libro. Tolkien contó en alguna que otra ocasión cómo trabajando en verano corrigiendo exámenes (en una fecha indeterminada entre 1928 y 1930) cuando se encontró con una hoja de examen en blanco. Algo que le vino de perlas para tomarse un pequeño descanso en su labor de profesor y, aun sin saber ni cómo ni por qué, escribió esta primera y mítica oración. Hasta que Tolkien terminara el libro pasaría al menos seis años: Años de bibliografía, de sumergirse en las fuentes del folklore anglosajón, años de forja de una gran obra.
Tolkien, el filólogo apasionado por los mitos
Prácticamente es cultura general hablar de J.R.R. Tolkien teniendo en cuenta su profesión. Tolkien era filólogo, y como tal ejerció de profesor de varias materias en la Universidad de Leeds y posteriormente en la de Oxford. Amén de gormar parte del equipo del diccionario más prestigioso de la lengua de Albión, el Oxford English Dictionary.
Tolkien también era católico. Su madre, Mabel Tolkien, se había convertido al catolicismo en 1900, cinco años después de que ella y sus dos hijos (junto con Hillary Tolkien) regresaran a Inglaterra desde Sudáfrica, donde murió al poco el Arthur Tolkien, el padre. Los jóvenes se educarían dentro de dicha fé. Este dato que puede ser meramente circunstancial tiene su gran importancia ya que, al igual que su amigo C.S. Lewis y las ‘Crónicas de Narnia’, Tolkien también impregnó sus libros de valores cristianos… pese a estar todo engarzado en una rica mitología feérica.
Durante la adolescencia empezó a sentirse apasionado por la literatura medieval, por las sagas nórdicas, Beowulf incluído. Cuando tenía 19 años comenzó a estudiar clásicas, para decantarse al poco a filología comparada y estudiar, además, diversos idiomas. En esa época comenzaría a desarrollar el Quenya (que no sería el primero que inventara), un idioma que bebe tanto de las lenguas nordicas como del anglosajón (la primera forma del inglés).
El germen de la Tierra Media
En los alrededores de la llamada entonces Gran Guerra, Tolkien comenzó a interesarse por las artes: pintura, dibujo, caligrafía… y sobre todo poesía. Además en su insaciable curiosidad encontró un poema anglosajón de Cynewulf titulado ‘Crist‘:
Eala Earendel, engla beorhstat,
ofer middangeard monnum sended(Salve Earendel, el ángel más luminoso
Sobre la tierra media enviado a los hombres)
Un poema que le embelesó por completo y al que Tolkien se refiere como su gran espoleante para desarrollar toda la mitología de la Tierra Media, referida en ese poema simplemente como la tierra en la que habitamos, en contraposición por la que ocupan los dioses y otros seres (un tema, por ejemplo, que recuerda a los nueve mundos de la mitología nórdica, con Midgard siendo literalmente eso, lo medio, nuestro mundo).
Casado y con hijos, Tolkien comenzaría a dar rienda suelta a su imaginación y comenzaría a realizar pequeños cuentos para sus hijos (‘Letters to Father Christmas’ o ‘El Granjero de Ham’) y junto con estos cuentos varios poemas, algunos de los cuales aparecerían poco después como parte de ‘El Hobbit’. Estos poemas y relatos serían el campo de pruebas de lo que vendría después. Algunos de estos textos formarían parte, posteriormente, de compendios como ‘El Silmarillion’, ‘Cuentos inconclusos’ y otros volúmenes reunidos por su hijo, Christopher Tolkien.
Es, entonces, bastante sensato afirmar que ‘El Hobbit’ no es la primera incursión de Tolkien en la Tierra Media. O por lo menos mientras que sí es el primer libro no es lo primero que escribe sobre este mundo tolkieniano. Ya con la primera frase y una pequeña base sobre lo que sería este universo y los seres que lo habitan: magos, elfos, enanos, hombres… tan solo quedaba ponerse a escribir, a desarrollar la historia. Labor que comenzaría en algún momento entre 1930 y 1932 (en 1933 ya había un primer borrador).
Hobbit ¿Rabbit? ¿Babbit?
Cuando Tolkien escribió «Hobbit» en aquella hoja de examen pensó que estaba inventando el término. Lamentablemente, y si bien no era consciente de ello, se puede llegar a encontrar la palabra «hobbit» en algún que otro «bestiario» y listado de seres fantásticos y otros espíritus de la mitología inglesa… y el hecho de que la raíz «hob» (rústico) se emplea en varios de estos seres como hobgoblins o hobthrusts hace pensar que el nombre para esta raza dormía en el subsconciente del autor.
Pero la verdad es que, elucubraciones aparte, Tolkien tenía una imagen muy clara de lo que era un hobbit. Primero el nombre vendría del inglés antiguo «hol-bytla», habitante de agujeros. Además nos podemos encontrar un claro referente en ‘The Marvellous Land of Snergs‘, de E.A. Wyke-Smith, donde su autor nos presentaba una raza de seres «algo más altos que una mesa corriente, pero anchos de espaldas y gran fuerza» a los que les gustaba la vida tranquila y las fiestas.
Otro de los grandes esfuerzos que realizó Tolkien fue el impedir que la gente asociara la palabra hobbit a rabbit (conejo). Sin embargo el que vivan en un «agujero en el suelo», su pequeño tamaño y el uso de algunas metáforas a lo largo del libro no ayudaron precisamente a ese propósito. Menos mal que Tolkien sabía describir bien a los seres, y con dos pinceladas nos dijo exactamente cómo es esta raza.
Y así, con todos los elementos: ¡dragones! ¡expediciones! ¡grandes batallas! Tolkien comenzó un viaje inesperado, comenzando con la comarca y sus habitantes típicamente ingleses (La Colina se podría considerar la típica aldea de la campiña inglesa) hasta meternos en territorios muy peligrosos. ‘El Hobbit’ tomaba forma mes a mes, capítulo a capítulo, con los hijos de Tolkien (y los de los editores) como «beta testers». Un libro que, si bien se publicó en 1938, hasta 1966 no pudimos conocer su forma definitiva (con las actualizaciones para cuadrar con ‘El Señor de los Anillos’ entre otras cosas).
Años de trabajo, un proceso duro entre editores y Tolkien para realizar un gran libro que será recordado y constantes reescrituras en sucesivas ediciones. Un libro sobre cómo un ser diminuto y tranquilo puede cambiar el curso de los acontecimientos. Ese ser se llamaba Bilbo, y vivía en un agujero.
PD. Estad atentos que en los próximos días os contaremos diversas anécdotas y curiosidades en torno a ‘El Hobbit’.
Bibliografia | ‘El Hobbit Anotado’, Minas Tirith y demás páginas.
En ZonaFandom | ‘El Hobbit’, o el tercer viaje a la Tierra Media
1 comentario en «‘El Hobbit’, un origen inesperado»
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