Para los que ya llevamos tiempo metidos en este de leer tebeos y, como es nuestro caso, analizarlos y establecer conexiones que no siempre tienen que verse a simple vista, es muy evidente que, sin importar cómo, DC siempre parece tener en la recámara, de una manera u otra, el volver a contar el origen de Superman —bueno, y el de Batman también, claro. La historia no se puede haber explorado más veces, ya no sólo a través de los cómics, sino de otras formas de medios narrativos, y sería lícito creer que ya no queda nadie, ajeno o no al mundillo de la cultura popular, que no tenga claras al menos las cuatro ideas fundamentales acerca del último hijo de Krypton. Y, aún así, cuando uno se asoma a títulos como ‘Superman: Origen secreto’, ‘Superman: Legado‘ o ‘Superman: Hijo Rojo‘, siente que la re-exploración de los inicios de Clark Kent desde sus raíces en Smallville a sus heroicas gestas en Metrópolis no podían haber encontrado mejores relecturas. Y la pregunta clara es ¿Entra ‘Superman: La era espacial‘ en esa categoría?.
La historia de esta miniserie de tres gruesos comic-books de más de sesenta páginas cada uno empieza en 1963, un año fundamental para la historia de Estados Unidos. De hecho, situar el arranque en ese año no tiene nada de casual cuando, como podemos comprobar, el día elegido para hacerlo es el 22 de noviembre, fecha del magnicidio de Dallas que acabó con la vida de John Fitzgerald Kennedy y que muchos historiadores interpretan como el fin de la inocencia de la América post-Segunda Guerra Mundial, algo que parece llamado a contrastar con la inocencia que Superman siempre ha sabido reflejar. Mientras el mundo responde a la tragedia y ciertos actores muy conocidos del Universo DC —y la órbita de Superman— se colocan en estratégicas posiciones a uno y otro lado de la línea que separa el bien del mal, Clark siente que ya ha llegado el momento de abandonar Kansas y mostrar sus habilidades al mundo. Visto y no visto, Kal-El se mudará a Metropolis y, mientras busca un hueco fijo en la plantilla del Daily Planet, se topará con un misterioso científico llamado Paria que le hablará del Anti-Monitor y del fin del mundo que la existencia de tal ser conlleva —y sí, son el mismo Paria y Anti-Monitor que los de ‘Crisis en Tierras Infinitas‘.
Lo que sigue a partir de ahí, que es mucho, expande su narrativa a lo largo de los sesenta, los setenta y los ochenta, invirtiendo no pocos esfuerzos en acercarnos cómo los personajes más icónicos del universo DC interactúan con el momento socio-político que Estados Unidos fue viviendo en aquellas tres décadas, introduciendo el guión infinidad de referencias, muy directas en algunos casos —ahí está ese Watergate— a los instantes que jalonaron la Historia de esos treinta años. Teniendo en cuenta quién está al timón del guión, lo que Mark Russell hace en esencia es echar mano de la misma aproximación que utilizó para la fantástica ‘Los 4 Fantásticos. Toda una vida’ —incluyendo que el personaje central sea consciente del destino futuro de su planeta—, más, en ciertos aspectos, ‘Superman: la era espacial’ funciona incluso mejor que aquella fantástica historia con la primera familia Marvel de protagonista al no jugar con un elenco principal tan amplio: aunque hay instantes para que Russell desarrolle a personajes como Jonathan Kent, la historia que aquí se nos ofrece es, en última instancia, una de Superman aprendiendo a vivir con la humanidad como uno más en lugar de como un Dios por encima de nosotros.
Como decimos, si bien Clark está en el centro, aprendiendo qué significa ser un símbolo de esperanza mientras es aconsejado por sus dos padres —en lo que quizás es el mayor acierto del devenir de la historia, las conversaciones que Superman tiene con Jor-El y las que mantiene con Jonathan— ‘La era espacial’ tiene espacio para otras voces como las de Lois mientras trata de encontrar su sitio como periodista respetable o Lex usando sus malévolas habilidades corporativas para poco menos que acabar con el mundo. Y, por supuesto, en una historia con el alcance que tiene esta, no podía faltar el caballero oscuro, al que Russell dedica una subtramas en la que trata de encontrar el equilibrio entre la dualidad Bruce Wayne/Batman y el filántropo que intenta salvar al mundo y el vigilante que, en última instancia, decide salvar a las personas y no preocuparse por las amenazas globales.
De Michael Allred —y el color de Laura Allred— poco podemos decir que no hayamos dicho ya en algunas de las últimas ocasiones en las que hemos tenido la opción de hablar del autor de ‘Madman‘. Tan sólo cabría añadir que el estilo de dibujo del estadounidense, de claras reminiscencias al arte pop de los años sesenta, pocas veces ha encontrado mejor acomodo que en una historia que, precisamente, arranca en la edad de plata de los cómics, abrazando Allred su yo más clásico con ciertos apuntes surrealistas que nunca son más evidentes que en el diseño del Joker. Toda una gozada visual lo que aquí lleva a cabo el artista —aunque las secuencias con muchos personajes no sean su fuerte— y toda una gozada la lectura de un tebeo que, como las mejores historias de Superman, no descansa en la continuidad, sino que se atreve a generar una personalidad propia que se apoya en una conmovedora —y algo trágica— visión del Hombre de Acero. Así que, sí, respondiendo a la pregunta que cerraba el primer párrafo: SÍ entra.
Superman: la era espacial
- Autores:Mark Russell y Michael Allred
- Editorial:ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 256 páginas
- Precio: 28 euros