Es terminar cualquiera de las dos lecturas que hoy os traemos en esta entrada especial y la primera idea que a uno se le viene a la cabeza es lo mucho que han cambiado los cuentos de hadas desde que éramos unos pequeñajos y alguno de nuestros progenitores nos dormían con una de esas narraciones que, provenientes de una lejana tradición oral, habían sido transformados en relatos escritos por nombres como los hermanos Andersen o Grimm. O quizás no han cambiado tanto y lo que lo ha hecho es nuestra percepción de los mismos debido a lo adulterado que muchos ellos quedaron tras su paso por las manos de Disney porque, si os diera por acercaros a los textos originales podríais dar buena cuenta de la crueldad y la palpable ironía y cinismo que gastan la mayoría de ellos antes de cualquier otra disquisición.
Unas cualidades éstas últimas que, unidas a una potente personalidad y a un más fuerte surrealismo, son las que caracterizan tanto a ‘Pistuví’ como a ‘Preciosa Oscuridad’, dos volúmenes publicados por Spaceman Books —paréntesis obligatorio aquí para insistir de nuevo en lo que decía el otro día respecto de lo exquisito del trabajo del nuevo sello editorial con motivo de la entrada correspondiente a ‘Los peludos de Alaska’— que confluyen de forma casual en arroparse en una estructura que bebe directamente de los cuentos de hadas para, poco a poco, ir añadiéndole capas que terminan por convertirlos en algo que consigue con un adulto aquello que afirmaba el Sr. Koreander cuando le decía a Bastian al referirse a ‘La historia interminable’ como un libro que nada tenía que ver con las inofensivas novelas que él leía.
Portentosos desde el punto de vista gráfico —el primero en un blanco y negro asombroso y con un estilo de trazo que parece directamente extraído del mundo de la animación, el segundo imbuido de una poderosa explosión de color y una concreción de los personajes engañosamente «casual»— ‘Pistuví’ y ‘Preciosa oscuridad’ hacen gala de unos guiones de complicada aprehensión inicial que, en el caso del primero, termina por dotar a la lectura de una cualidad inclasificable que lo hace único. Derivado de dicha complejidad está el hecho de que también sea harto difícil trasladaros algo acerca de lo que versa esta historia protagonizada por un zorro juguetón y algo alocado y la niña con la que vive en una cabaña en lo alto de un árbol.
Si a estos dos personajes unimos el gigantesco anciano obsesionado con desforestarlo todo y la encarnación femenina del viento, lo que obtenemos es, en esencia, la puesta en portentosas imágenes de aquello que mejor caracteriza a los niños: su irrefrenable imaginación. Una imaginación que, según la edad, casi nunca está atada a la lógica estricta que luego nos hace adultos y que permite que cualquier cosa sea posible. Una imaginación que la edad termina castrando y que, como bien afirma Brad Bird en su maravillosa ‘Tomorrowland’ y como mejor lo hacía Albert Einstein «es más importante que el conocimiento».
Volcando nuestra mirada en ‘Preciosa oscuridad’, lo que Fabien Vehlmann pone aquí en juego maneja también mucho de esa imaginación pero en términos que, aunque también algo huidizos, terminan siendo de mayor claridad para el lector y que en sus tres primeras páginas da un mazazo brutal a aquel que se acerque desprevenido a su interior atraído por la aparente candidez que emana de su bucólica e inocente portada: lo que el guionista de la espléndida ‘Solos’ —una serie con la que éste volumen guarda ciertos paralelismos— y la magistral ‘IAN’ nos trae aquí es una reflexión acerca del complejo equilibrio y la batalla que se libra de forma constante para determinar aquello que llamamos personalidad. En cierto modo, podríamos establecer un claro paralelismo entre la idea que aquí se desarrolla y lo que veremos el próximo mes de julio en ‘Inside out’, obliterando aquí el artífice del guión toda la componente amable que seguro tiene la nueva y alabadísima propuesta de la Pixar.
Y es que si algo queda claro cuando uno lee ‘Preciosa oscuridad’ es que si se quiere sobrevivir en este mundo de lobos, hay que terminar convirtiéndose de alguna manera en lobo. Dicho mensaje se pone aquí en boca de Aurora, la representación de la inocencia que, junto con otros muchos personajes, se encuentra en la tesitura de tener que vivir fuera del cuerpo que había habitado hasta ahora, el de la niña muerta que vemos en esa bella pero terrible página que cierra el prólogo de la narración. A través de Aurora, de sus padecimientos y del largo camino que recorrerá, Vehlmann va construyendo una historia plagada de humor negro y cruel, esa crueldad que encontramos muchas veces de forma inexplicable en los más pequeños y que, mal conducida, puede convertirlos en terribles adultos.
‘Pistuví’ y ‘Preciosa oscuridad’, dos propuestas unidas por un semblante similar que parecen querer incidir en una misma reflexión con respecto al medio al que pertenecen. Una reflexión que servidor ya ha hecho en incontables ocasiones y que habla de la gran versatilidad y la enorme capacidad del noveno arte para asumir cualquier tipo de historias siempre y cuando exista el talento suficiente que las respalde con argumentos tan contundentes como los que aquí podemos observar de mano de Merwan, Bertrand Gatignol, Fabien Vehlmann y Marie Pommepuy y Sébastien Cosset, los dos artistas que se esconden bajo el seudónimo de Kerascoët.
Pistuví & Preciosa Oscuridad
- Autores: Merwan & Bertrand Gatignol | Fabien Vehlmann & Kerascoët
- Editorial: Spaceman Books
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 192 y 96 páginas
- Precio: 19 euros en | 20,90 euros en