Por separado, dos de los nombres implicados en este ‘El último Atlas‘ que Ponent Mon ha decidido publicar en un curioso formato —en lugar de optar por sus típicos álbumes en tapa dura la editorial se ha ido a un volumen en rústica de menor tamaño que, seguro, será objeto de furibundas críticas por los lectores más recalcitrantes pero que, en lo que a este redactor respecta, resulta no sólo agradable sino una muy buena decisión en términos de controlar el precio—, Fabien Vehlmann y Gwen De Bonneval, cuentan en mi tebeoteca con al menos un título, en el caso de la segunda, o bastantes más, en el caso del primero, de esos que servidor no tardaría en calificar como lecturas imprescindibles. A De Bonneval lo descubrí hace cosa de una década cuando cayó en mis manos ‘El espíritu perdido‘, volumen apaisado publicado por Norma y dibujado por el siempre magnífico Matthieu Bonhomme. En lo que a Vehlman respecta, sus ‘Marqués de Anaón‘, ‘IAN‘ y ‘Solos‘ se cuentan, como ya he dicho, entre mis lecturas favoritas de la «sección» francobelga de mi colección. Así las cosas, cabía esperar que la colaboración entre ambos autores diera excelsos frutos, que es precisamente lo que encontramos en esta magnífica propuesta que coquetea con la ciencia-ficción pero ancla fuerte sus garras en un sesgo de verismo que la convierte en toda una rara avis.
En el mundo que Vehlman y De Bonneval construyen para ‘El último Atlas’, los robots gigantes forman parte de un pasado algo turbulento en el que jugaron papel fundamental en la guerra de Argelia, un conflicto que, a diferencia de la real, no tuvo lugar entre las décadas de los 50 y 60, sino en los 70. A raíz de dicho conflicto —cuyas causas y consecuencias no terminan de concretarse en este primer volumen, dejando por resolver un misterio de considerable interés—, los Atlas fueron desmantelados y sólo queda uno en el mundo. Un único gigante que el protagonista, un matón intrigante llamado Ismael, tendrá que «robar» mientras el mundo comienza a asistir a una serie de hechos completamente inexplicables —e inexplicados— que, de cara al futuro de la colección, serán sin duda los que se situarán en el corazón de la atención de la lectura.
Planteando mucho y resolviendo más bien poco, Vehlman y De Bonneval construyen a lo largo de estas 240 primeras páginas un arco sobresaliente en el que dejan respirar a sus anchas a la construcción de los diversos personajes que rodean al protagonista, todos ellos definidos desde una amplia gama de grises: aquí no hay lugar para héroes y villanos, sólo para gente con intereses cruzados que están dispuestos a lo que sea por conseguir lo que quieren, caiga quien caiga por el camino. ¿Morales cuestionables? Sin duda. Pero, insisto, nada de héroes ni villanos.
Centrándose de la manera que lo hacen en levantar un dramatis personae tan fecundo, sorprende, y mucho, que los guionistas no olviden cultivar un trasfondo tan atractivo como el que aquí encontramos, y la combinación de ambos frentes resulta en un tebeo de una riqueza sin par que, beneficiándose de la limpieza de formas de Hervé Tanquerelle, se alza indiscutible como una firme candidata a figurar entre las seleccionadas como lecturas del año. Ya suele ser usual que lo afirmemos cada vez que se nos cruza una pero, de todas formas, ahí va: sólo el tiempo que queda de aquí a diciembre y lo mucho que nos reste disfrutar del noveno arte dictaminará si así será o no.
El último Atlas vol.1
- Autores: Fabien Vehlmann, Gwen De Bonneval y Hervé Tanquerelle
- Editorial: Ponent Mon
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 240 páginas
- Precio: 27 euros