'¡Para ti, que eras joven!', genios

Durante 17 años, Manel Fontdevilla y Albert Monteys, dos de los mejores dibujantes humorísticos de nuestro país, unieron talento en ‘¡Para ti, que eres joven!‘, dos páginas semanales que aparecían en la ya extinta ‘El Jueves‘ y que, seamos francos, suponían lo MEJOR que ofrecía la revista que salía los miércoles y de la que ambos salieron escopetados en 2014 a raíz de aquellas estúpidas discrepancias surgidas por una portada dedicada a los Reyes que dejaban claro un mensaje: que la editorial detrás de la revista no tenía reparos en pisar la libertad de expresión. 17 años, 52 semanas por año, más o menos nos devolverían más de 1600 páginas del más desternillante y desopilante humor que el semanario albergó en esos tres lustros largos: observando la realidad y reflexionando desde el humor sobre ella, el caleidoscopio que ofrecieron Fontdevilla y Monteys en una sección que le tiraba la caña a lo que se le pusiera por delante sigue siendo, a día de hoy, y a la luz de lo que arroja esta magnífica selección que ahora publica ¡Caramba! —200 páginas que no suponen más que una octava parte de lo que los dos autores llegarían a cuajar—, un conjunto en su mayoría atemporal que desnudaba el tema de turno para ofrecerlo tal cual a los lectores de la revista.

Y es que, como podréis imaginar, las más de 800 instancias en que ‘¡Para ti, que eres joven!’ concurrió en ‘El Jueves’, dieron para todo un inmenso rosario de alusiones a lo que, en general, podríamos decir que fue la VIDA en España: comida, fe, muerte, vivienda, el mundo del futuro —con Monteys dejándose ver en el género que años después llevaría a la cima con ‘¡Universo!‘—, la tele, la música, los vecinos, parques temáticos, las madres, las vacaciones, la familia, la separación, los coches, los youtubers, la cultura, las fiestas, los tebeos, las novelas gráficas, los superhéroes….y un larguísimo etcétera que daría, si quisiéramos enumerarlo, para una reseña al completo. Tratados como decimos con una elocuencia suma, una superlativa capacidad para la disección y con mucho, mucho texto —porque, seamos francos, aunque no nos importe por lo mucho que nos haga reír…¡¡¡qué cantidad de texto!!!—, la mezcla de los estilos de dibujo de Fontdevilla y Monteys era, y sigue siendo, garante de maestría.

Sometidos en su inmensa mayoría a a unidades narrativas mínimas —lo máximo que se hilvana aquí bajo un mismo «hilo argumental» son tiras de cuatro viñetas—, la alternancia entre el trazo suelto de Fontdevilla y el más controlado de Monteys hace de cada doble página de ‘¡Para ti, que eres joven!’, una perpetua gozada para la vista si, como yo, sois de los que adoráis las formas del artífice de ‘La parejita‘ y bebéis los vientos por lo que sea que el autor de la adaptación de ‘Matadero cinco‘ plasma sobre una hoja en blanco: si algo dejan claro estás páginas, es que tanto uno como otro dominan a la perfección el imposible arte de destilar comedia en un espacio reducido y con sólo un par de bocadillos de diálogo, y hay tantos ejemplos de eso en este libro que flaco favor estaríais haciéndoos los amantes del humor si no corrierais como alma que lleva el diablo para haceros con este volumen.

Un volumen que cuenta, como aliciente para motivar el interés de quien aún dude —y me vais a permitir espetaros un ¡¡insensatos!! si sois de los que estáis en ese grupo—, con varias nuevas páginas, cinco para ser precisos, en las que Fontdevilla y Monteys introducen, como sólo ellos pueden hacerlo, lo que para ellos fue un cacho considerable de sus vidas. Y por si ésas cinco planchas fueran poco, creo que el único argumento que me queda es la portada, una doble ilustración a modo de esas carpetas de cartulina azul y gomilla blanca «de toda la vida» —sí, esas que todos hemos tenido de pequeños y que se iban deshaciendo siempre por el canto a medida que el sudor diario de nuestras manos desgastaban el material— plagada de ficticias pegatinas de la época y comentarios que, sinceramente, nos ha parecido una puñetera genialidad. ‘¡Para ti, que eras joven!’ es un trozo de la historia del tebeo en España que no tiene parangón. De muy pocos tebeos patrios se puede decir eso. Ahí queda.