‘Archivos espaeciales’, ahora, con pandemia incluida

Si seguís está página de forma más o menos asidua, sabréis que, uno, soy un ferviente admirador de todo aquél dibujante que sabe condensar humor en una única página y, dos, que no soy muy amigo de reseñar enésimos volúmenes de la cabecera que sea por cuanto, a no ser que dicho volumen plantee una ruptura radical para con lo que la serie venía ofreciendo hasta el momento, se me antoja tremendamente complicado poder enhebrar un discurso novedoso que aporte algo a lo que había comentado con anterioridad. Pero, claro, por breves que unas impresiones puedan llegar a ser —y no creo que me extienda más allá de los dos párrafos en esta entrada—, al poner en la balanza ambos términos — mi filia con el humor y mi negativa a repetirme— y tener que aplicarlos a ‘Archivos espaeciales’, ha terminado siendo el primero el que ha ganado con autoridad el pulso. Y es que, ante el despliegue de ingenio, locuacidad y descojone del que hace gala Flavita Banana en este volumen publicado con esmero por ¡Caramba!, pocas barreras se podían interponer.

El humor gráfico de la artista, sencillo, sucio, desgarbado y que siempre parece ejecutado a la carrera —otra cosa, por supuesto, es que lo sea, algo que dudamos, claro— no deja títere con cabeza a la hora de diseccionar a la sociedad actual bajo un prisma de constante y combativo feminismo que, por mucho que provoque la carcajada, no deja de mover a la honda reflexión sobre el necesario y profundo cambio que todavía necesita nuestro mundo con respecto a la igualdad de géneros. Junto a este argumento, que aparece y desaparece de manera constante a lo largo de las más de doscientas páginas de que consta el volumen, llama muchísimo la atención el apartado especial que Flavita Banana dedica a la pandemia y a descabezar algunas de las mayores estupideces en las que nuestros congéneres han incurrido como consecuencia de este hecho tan histórico y devastador que nos ha tocado vivir en 2020. En perfecta consonancia con el resto de las hostias que, a diestro y siniestro, reparte la autora, no cabe duda de que en esta barcelonesa ha encontrado el humor «inteligente» —detesto la etiqueta, pero la considero necesaria en este caso— patrio un baluarte de tremenda altura.