El género negro no retrata la realidad en la que vivimos, sino una fantasía en la que todas las lindezas e inhibiciones de la civilización son extirpadas y la verdad sale a relucir.
Esta es una de las reflexiones en torno a la serie negra que abre este ‘Mátame’, en una introducción escrita por el propio David Lapham. Este cómic es una buena prueba de lo dicho, ya que como todas las buenas obras del género saca al exterior los deseos y motivaciones más oscuros de sus personajes, los cuales, como suele ocurrir en estas historias, están abocados desde el principio a un infierno al que cada nueva decisión los acerca irremediablemente.
La acción de ‘Mátame’ comienza en una mansión de Los Ángeles en la que su propietaria aparece ahorcada. Se trata de Eve Kroft, una mujer procedente de una familia adinerada que está casada con un pianista de jazz llamado Steven Russell. Todo apunta a que se ha suicidado, desesperada por su tormentoso matrimonio. Pero su familia está convencida de que ha sido asesinada y pone a Steven en el punto de mira, llegando incluso a contratar a un detective privado para que encuentre pruebas incriminatorias contra él.
Para complicar un poco más las cosas, Steven se encontrará con Tony, un antiguo compañero del instituto. La charla con él le recordará a su gran amor de juventud, Tara Torres, y saldrá a buscarla sin saber que así está iniciando su particular descenso a los infiernos. Al acompañarlo, el lector descubrirá que el azar no existe en esta historia, y que son los propios personajes quienes terminan firmando sus condenas.