El género negro no retrata la realidad en la que vivimos, sino una fantasía en la que todas las lindezas e inhibiciones de la civilización son extirpadas y la verdad sale a relucir.
Esta es una de las reflexiones en torno a la serie negra que abre este ‘Mátame’, en una introducción escrita por el propio David Lapham. Este cómic es una buena prueba de lo dicho, ya que como todas las buenas obras del género saca al exterior los deseos y motivaciones más oscuros de sus personajes, los cuales, como suele ocurrir en estas historias, están abocados desde el principio a un infierno al que cada nueva decisión los acerca irremediablemente.
La acción de ‘Mátame’ comienza en una mansión de Los Ángeles en la que su propietaria aparece ahorcada. Se trata de Eve Kroft, una mujer procedente de una familia adinerada que está casada con un pianista de jazz llamado Steven Russell. Todo apunta a que se ha suicidado, desesperada por su tormentoso matrimonio. Pero su familia está convencida de que ha sido asesinada y pone a Steven en el punto de mira, llegando incluso a contratar a un detective privado para que encuentre pruebas incriminatorias contra él.
Para complicar un poco más las cosas, Steven se encontrará con Tony, un antiguo compañero del instituto. La charla con él le recordará a su gran amor de juventud, Tara Torres, y saldrá a buscarla sin saber que así está iniciando su particular descenso a los infiernos. Al acompañarlo, el lector descubrirá que el azar no existe en esta historia, y que son los propios personajes quienes terminan firmando sus condenas.
Con este punto de partida, Lapham despliega una historia en la mejor tradición de las películas negras de los años 30 y 40. Hay oscuros garitos de perdición y jazz, intrigas y secretos, violencia desenfrenada, bajas pasiones y una femme-fatal que convierte en desgracia todo lo que toca. La historia está dividida en nueve capítulos, con intrigantes cliffhangers al final de cada uno, y con un ritmo incesante que se vuelve casi frenético al alcanzar los últimos latidos de la trama.
Lapham es un excelente narrador, muy a la europea, que además domina con maestría las atmósferas y los juegos de luces. Su mayor acierto en el apartado gráfico de este cómic es sin duda Tara, especialmente por su expresividad en los momentos de mayor desesperación. Sin olvidarse, claro, de la aterradora expresión de la ahorcada que se nos queda grabada ya desde las primeras páginas.
La lectura de ‘Mátame’ te deja un regustillo amargo en el estómago, porque en él no hay héroes y los villanos no son tan fáciles de identificar como en los filmes de Hollywood. Esto es la vida real (o mejor dicho, una interpetación oscura de ella), en la que tanto Tara como Steven juegan su propio papel, sin poder evitar tomar siempre el camino equivocado.
El autor
David Lapham nació en Nueva Jersey en 1970 y comenzó su carrera en el cómic a principios de los 90, en compañía de su descubridor, Jim Shooter, con quien creó la obra ‘Warriors of Plasm’. Aunque desde entonces ha trabajado para algunas de las grandes editoriales como DC (en la saga ‘City of Crime’ protagonizada por Batman) o Marvel (‘Dardevil vs. Punisher: Means and Ends’), su trayectoria le ha encaminado principalmente por el terreno del cómic independiente.
De hecho, en 1995 fundó su propio sello, El Capitán Books, en donde nació su obra más recordada: la serie regular ‘Balas Perdidas’. Esta obra fue mi primera elección para ser incluida en este especial, y de hecho, es una serie indispensable para todos los amantes del género negro. Pero al tratarse de un compendio de historias cortas independientes entre sí, consideré que sería más útil centrarse en esta otra historia larga, que no sólo está totalmente a la altura de ‘Balas Perdidas’, sino que además me permitía centrarme mejor en su argumento y en su forma de construir los personajes.
‘Balas perdidas’ lleva 40 números hasta la fecha y de momento se encuentra parada su publicación. Desgraciadamente, la serie no reporta suficientes beneficios económicos a su autor como para poder vivir de ella, aunque sí le ha dado grandes satisfacciones en el campo profesional. En 1996 y 1997, le reportó sendos Premios Eisner, primero al mejor artista completo, y después a la mejor novela gráfica. Esperemos que pronto pueda continuarla.
Si os interesan sus obras, La Cúpula ha publicado en nuestro país tanto ‘Mátame’ como ‘Balas Perdidas’; y si os gusta el género negro, no lo dudéis, estos cómics no pueden faltar en vuestras estanterías.
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