Cualquier otaku sabe que Osamu Tezuka es considerado el dios del manga, que su obra ha sido lectura obligada para todos los mangakas de generaciones posteriores y que en Japón existe incluso un museo dedicado a él. Sus mangas han tenido gran acogida tanto entre el público infantil como en el adulto, y algunos de los más recordados son Astro Boy y Black Jack.
Con este post me gustaría recomendar dos mangas menos conocidos que me parecen un buen ejemplo de su madurez artística y que satisfacen los paladares adultos más exigentes. El primero de ellos es Oda a Kirihito, publicado originalmente entre 1970 y 1971. Esta obra supuso el relanzamiento de su autor cuando muchos pensaban que el tiempo ya empezaba a hacer mella en su talento. El segundo es Ayako, serializado entre 1972 y 1973, la confirmación de que Tezuka seguía en plena forma.
En la primera historia, el protagonista es un médico llamado Kirihito Osanai. Kirihito trabaja en uno de los mejores hospitales del país, que esconde bajo su espléndida fachada una red de ambición y conspiraciones. Por algunas regiones del país se está extendiendo una extraña enfermedad, conocida como el mal de Monmo. El cuerpo de los afectado por este mal se cubre de pelo, y sus facciones se aproximan a las de un perro.
En su afán por descubrir los orígenes y la cura a esta enfermedad, Kirihito emprende un viaje que lo lleva por diversos lugares del mundo, en los que se encontrará con el lado más perverso y oscuro del ser humano. ¿Qué es lo que nos diferencia de los animales? Quizá menos de lo que nos imaginamos, y así lo comprobamos en los tres tomos de este impactante manga que trata de buscar luz en la maldad, la violencia y el egoísmo del ser humano.
Por su parte, Ayako nos sitúa en los años posteriores a la 2ª Guerra Mundial. La familia Tenge ve peligrar su poder cuando el gobierno decide empezar a expropiar las tierras de los terratenientes. Entre medias de ello, el trabajo como espía para los americanos de uno de los integrantes de la familia, no hará sino complicar aún más su situación.
El asesinato de un dirigente izquierdista (novio de una de las hijas de la familia) será el desencadenante de la situación. La pequeña Ayako, la hija más pequeña de los Tenge, será testigo de algo que no debía haber visto, y para salvaguardar el buen nombre de la familia, será encerrada de por vida en el sótano de la casa.
A partir de aquí se desarrolla una historia que también está llena de crueldad, violencia y reflexiones sobre la conducta humana. Otro punto común en ambos mangas es el amplio elenco de personajes secundarios que aprovecha Tezuka para dar variedad y profundidad a sus historias.
En cuanto al dibujo, el estilo caricaturesco de Tezuka no resta fuerza al mensaje de ambos mangas. Lo mejor es el increíble sentido narrativo del autor, su forma de jugar con la composición de las páginas, aunque en algunas ocasiones resulte un poco confusa. En Oda a Kirihito, me impactó especialmente la escena en la que violan a uno de los personajes. La chica deambula entonces por la ciudad, mientras las viñetas y los edificios sangran. Increíble. En Ayako, me quedo con la escena de amor entre ella y Shiro al principio del segundo tomo.
Dos mangas cojonudos, el vivo ejemplo del arte secuencial del que hablaba Will Eisner. En serio, no los dejéis pasar, y menos ahora que los venden en packs con descuento.
1 comentario en «Dos joyitas made in Tezuka»
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