Hace unos días, llegué a este pequeño artículo de opinión a través de Menéame. En resumidas cuentas, su autor viene a decir que muchos de los frikis de hoy en día son víctimas de la moda, de su necesidad de pertenecer a un grupo concreto (como los raperos, los heavys u otra tribu urbana) y sentirse aceptados a través de su hobby, lo que les lleva a leer las series que triunfan y/o realizar cosplay de sus personajes preferidos.
Paradójicamente, el autor del artículo declara su rechazo por este tipo de frikismo light, argumentando que ellos no son frikis auténticos, sino, como he dicho al principio, gente que va a la última moda. Es curioso, ¿no?. Por el tono del artículo deduzco que el autor es friki, si no, no tendría sentido ninguno de sus argumentos, así que tenemos a un representante del gremio del fandom rechazando a otros que están, creen estar o pretenden estar incluidos en el mismo gremio.
Nadie nace enseñado, eso lo sabemos todos (menos los jefes) desde hace siglos. Cuando uno se inicia en el mundo del fandom tiene tres maneras de hacerlo, la fácil, la difícil y la más difícil. La más difícil es solo, y ahí uno depende únicamente de su propia pericia a la hora de indagar, lo cual lo puede llevar hacia un camino o hacia otro casi a ciegas.
La difícil es conocer a un maestro, alguien que lleva años recopilando números de X-men, Batman, Spiderman, la JLA, Dragonball y/o un largo etcétera en las estanterías de su habitación. Alguien que pueda orientarnos en la enorme jungla de páginas de cómics y mangas, de episodios de series de ciencia-ficción y anime, de libros de fantasía y perfiladas figuras. Alguien que al entrar en una tienda de cómics se sienta casi como en casa al verse rodeado de personajes conocidos por él.
Pero seamos sinceros, sólo el círculo más cercano al maestro (familiares y amigos) será el que reciba el interés por parte de este. Fuera de eso sólo queda la comunicación vía Internet, mediante chats y mensajes que sólo se pueden reducir a una lista de recomendaciones. Y por supuesto, el “adoctrinamiento” vendrá marcado por los gustos personales del maestro, lo cual puede provocar el efecto contrario al que se desea sobre el interesado, espantarlo del universo del fandom.
El tercer camino, el fácil, es precisamente el objeto de crítica del artículo mencionado al principio. Es simplemente dejarse llevar por la moda. Cambiemos por un segundo el escenario del frikismo y hablemos de música. Si preguntamos a una chica de catorce años que música escucha (si lo hace), existe un 80% de probabilidades de que la respuesta sea Hannah Montana, los Jonas Brothers y/o algún otro grupo similar. Si hacemos la misma pregunta a un chico de la misma edad el porcentaje será similar, pero la música variará a grupos como Linkin Park o algún que otro rapero. Seguro que los amantes de la buena música miran con desprecio a estos jóvenes diciendo que no tienen ni idea de música y que esos grupos sólo son una moda. Y yo digo, ¿y qué más da? Están escuchando música al menos.
En el mundo del frikismo ocurre algo similar. Si uno va a convenciones como el Salón del Manga o Expocómic de seguro verá que la inmensa mayoría de los asistentes no superan los 20 años. Algunos de los más veteranos ven mal esto, como si los novatos no fueran dignos de formar parte del gremio, otros preferimos congratularnos por ver nuevas caras que aumentan el número de aficionados de este país, en donde el frikismo sigue estando mal visto. Poco importa si esos chavales volverán a repetir asistencia al mencionado evento o si deciden abandonar por completo la comunidad friki, es una decisión personal y nada se puede hacer contra ella. Lo importante es que ha habido una toma de contacto, algo que mucha gente rechaza de primeras.
No está mal echar la vista atrás y recordar como, los que rozamos la treintena, entramos en el mundillo del frikismo en España. En el caso del manga y el anime existe un denominador común, Dragonball, es decir, una moda, la cual dura eternamente en los corazones de muchos de nosotros. En el caso del cómic la cosa fue más complicada y prácticamente uno sólo tenía bajo sus brazos sus propios medios y el hambre por conocer cosas nuevas. Este sistema es el mismo que existe ahora pero con la ventaja de que la oferta actual es mucho mayor.
En resumidas cuentas, no creo que haya que temer a las modas que atraen a nuevos aficionados al mundo del cómic y el manganime. No es algo perenne y es posible que tras pasar la fiebre algunos decidan abandonar este mundillo por completo, mientras que otros se quedarán indagando más profundamente y descubriendo que lo que parecía una simple y divertida afición puede aportar mucho más.
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