Si la memoria no me falla, algo más de cinco eran ya los años que La Cúpula llevaba sin traernos nada nuevo de Gabrielle Bell desde que, hace cosa de un lustro, publicaran ‘Cecil y Jordan en Nueva York’, antología de historias cortas con las que la autora británica nacionalizada estadounidense nos acercaba a su peculiar modo, no ya de hacer cómics, sino de ver la vida a través de un filtro en lo que lo cotidiano, lo fantástico y lo extraordinario se dan la mano. Dejando de lado la segunda vertiente, pero haciendo mucho hincapié en las otras dos, nos llegaba el pasado diciembre ‘Voyeurs’, en la que la artista abandona el sesgo de ficción para ofrecer a sus lectores pequeñas píldoras de su realidad diaria, una en la que la duda, la inseguridad, las crisis existenciales y demás cualidades que harían las delicias del psicoanalista de Woody Allen, concurren para presentarnos las miserias y alegrías de una ciudadana del mundo.
Como cinéfilo y tebeófilo, dos son los rincones que más tendrían que haberme interesado a priori de lo que Bell recoge en este volumen. Primero, todo lo que rodeó a su relación con el cineasta Michel Gondry, co-guionista de esa magistral cinta que es ‘Olvidate de mi’ —una de las mejores películas de la primera década de este siglo XXI, dicho sea de paso— y director de uno de los tres segmentos de la antología ‘Tokyo!’ en la que, curiosamente, adaptaba a la Bell de la citada ‘Cecil y Jordan’. Segundo, la visita a la San Diego Comic-Con, esa Meca casi inalcanzable para todos aquellos que no residimos en Estados Unidos y somos meros currantes —el coste de viajar a la ciudad y permanecer allí los cuatro días que dura el evento es poco menos que prohibitivo— en la que la artista independiente —¿o cabría decir «indie»?— se choca de frente con una realidad, la del talante de masas que mueve el evento, que le sobrepasa.
Y si digo a priori es porque, a la postre, el interés que mueven ambos extremos del libro queda igualado por todo lo que lo completa, alzándose ‘Voyeurs’ como la lectura más estimulante que este redactor ha hecho en lo poco que llevamos de año. Vale, 2018 no ha hecho más que arrancar y afirmar tal cosa podría ser interpretado como no decir nada, una percepción errónea si os revelara aquí el considerable número de volúmenes que ya han pasado por mis manos desde principios de enero: la desgarradora honestidad de la que hace gala Bell cuando se aproxima a sus episodios de ansiedad o a esas crisis existenciales de las que hablaba antes es sólo una de las muchas cualidades que sobrevuelan un cómic que nos exige una lectura lenta y templada, alejada de las prisas y el normal ajetreo de nuestro devenir diario. Sólo así se puede disfrutar de manera plena del personalísimo estilo de la dibujante, uno que huele a distancia a los mejores exponentes del cómic independiente estadounidense y que, aún así, se las apaña para resultar original, único y atractivo.
De acuerdo, no es el tebeo que cabría recomendar a un amante de los tipos y tipas enfundados en mallas por cuanto nada más alejado del cómic de superhéroes que lo que aquí podemos hallar pero, al mismo tiempo, encontrarse en las antípodas de tan manido «género» convierte a ‘Voyeurs’ en el regalo perfecto para abrir miras y dar a conocer otras formas de expresión de este vasto arte secuencial a quienes todavía se enfrascan en las tollinas de los superhéroes y no quieren ver más allá.
Voyeurs
- Autores: Gabrielle Bell
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 160 páginas
- Precio: 18,90 euros en