Quizá no sea algo que os planteéis cuando, día tras día, entráis aquí para leer la reseña de turno firmada por Mario o por un servidor, pero este «trabajo» que ambos tenemos, por muy satisfactorio que pueda ser —que, cuidado, lo es, no voy a decir lo contrario — tiene sus muchos más y sus considerables menos. Sin que haya mucha necesidad de entrar en los primeros por cuanto el hecho de ser amante de los tebeos y tener la oportunidad de hablar de ellos es un auténtico regalo, es en los segundos donde quiero recalar brevemente para apuntar a alguno de esos baches que todo «reseñador» —me resisto a utilizar el término crítico de cómics — se encuentra, quiero creer, de manera indefectible en algún momento del normal desarrollo de su actividad. El primero es tener que leer lo que en muchas ocasiones puede no apetecerte para dar exacta cuenta de lo que las editoriales te hacen llegar. Que sí, que recibir cómics gratis es el sueño húmedo de todo tebeófilo —y ya me libraré yo de pecar de desagradecido cuando mi agradecimiento a las editoriales será eterno —, pero cuando en tu estantería se acumulan más de quince volúmenes de diferente grosor —como ahora mismo lo hacen en la mía — mirar de reojo lo que se tiene por delante da cierto pavor, máxime porque, volviendo a la disquisición de las ganas, si uno es sistemático, y la elección de la próxima lectura esta determinada de antemano por su orden de llegada, quizá no tenga el cuerpo para «una de superhéroes» o para «una de europeo».
Pero más relevante aún que unas «ganas» que con el paso de los años están ya más o menos enseñadas, es el hecho de que, en no pocas ocasiones, cuando te sientas delante del ordenador a escribir, y toda vez has vencido ese mini bloqueo inicial que, digan lo que digan, siempre se tiene antes de acometer la redacción de un texto, tengas que esforzarte sobremanera para, primero, intentar ofrecer algo medianamente original; segundo, que lo que ofrezcas no termine reduciéndose a argumentos simplistas que hablen del guión, hagan lo propio del dibujo y terminen con un «está bien» o «no vale la pena» y, tercero y último, que si de lo que se trata es del enésimo volumen de una serie regular, sea lo que sea lo que cuentes, no sea reducible a una mera iteración sobre argumentos que ya hayas utilizado con anterioridad para valorar la cabecera. Y es ahí donde, obviamente, entra en liza este volumen de ‘Vengadores: Pecado original‘, nueva entrega de lo que Jonathan Hickman ofreció en la serie de los héroes más grandes del mundo y que por su evidentísimo carácter transitorio entre eventos, resulta una lectura interesante a la par que inane, cargada de diálogos marca de la casa que, a la postre, no llevan a nada en concreto y que, además, enfrascado como está en seguir situando piezas de cara a las ‘Secret Wars‘, deja de lado, al menos en su primera mitad, posicionarse como un vehículo que suscite algo de interés en el lector.
Afortunadamente, trascendido ese primer tramo en el que Hickman cuenta con un meramente correcto Valerio Schiti, la lectura se vuelve mucho más inquieta y apasionante gracias primero al cambio de artista —lo que Leinil Francis Yu plantea en los números a su cargo me parece que está a mundos de distancia de lo que Schiti es capaz de ofrecer —y, después, a que el guionista parece estar muchísimo más en su salsa con el planteamiento de exagerados saltos temporales hacia el futuro y el encuentro de los Vengadores con versiones futuras suyas, centrándose el artífice de ‘East of West‘ en la figura de un Capitán América que, de época en época, va desenmarañando un complejo ovillo tejido a su alrededor por unos Illuminati que se han extralimitado en sus funciones como vigilantes del Universo Marvel.
Desequilibrada pues tanto a nivel argumental como gráfico entre sus dos mitades, y sin que lo que toca de refilón a ‘Pecado original‘ sea capaz de añadir nada a tan inane evento —porque, seamos francos, no llegó a descender a los niveles de ‘Axis’, pero colegiréis conmigo en que ‘Pecado original’ fue un «meh» en toda regla —, este volumen de ‘Vengadores’ es claro ejemplo de cómic de superhéroes destinado, casi de forma exclusiva, a incondicionales marvelitas que no suelen hacer ascos a nada de lo que sale de las entrañas de La Casa de las Ideas. Sé de lo que hablo: in illo tempore fui de esos que suspiraba por toda colección que la editorial nos lanzaba a los aficionados. Pero esos tiempos pasaron y, hoy por hoy, mi mirada hacia la oferta marvelita es, como poco, cínica y de amplia desaprobación hacia su abotargado catálogo. Pero de eso, si acaso, ya hablaremos otro día. ‘Nuff said!!!!
Vengadores: Pecado original
- Autores: Jonathan Hickman, Valerio Schiti y Leinil Francis Yu
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 296 páginas
- Precio: 30 euros