‘Último aliento’, intenso y fugaz

La idea era tan simple como efectista: una página diaria durante 200 días laborables. Ese era el reto al que Thierry Martin, autor de ‘En el país de las sombras‘ —y nombre del que volveremos a hablar en breve a colación de su participación en ‘Batman. The World’— se sometió para dar forma a este ‘Último aliento‘ que ha publicado Spaceman Project en nuestro país. De hecho, no era la elaboración de una página diaria el único desafío que el artista aceptaba de cara a cerrar este intenso western, sino que, al margen del ritmo de producción, asumía que la historia tenía que ser completamente muda, contando sólo con las armas proporcionadas por su experimentada narrativa para trasladar al lector, sin ambages, lo que quería contarnos. Y a fe mía que lo ha conseguido…con creces.

Para empezar, se nos antoja genial la decisión de que esa página diaria se concrete en una plancha en formato apaisado ocupada por una única viñeta que, otra limitación más, se ejecuta sólo con lápiz y tinta, dejando Martin que todo el potencial expresivo de su arte quede plasmado en unas páginas que consideradas que, consideradas en conjunto, conforman un todo de narrativa portentosa y, observadas de forma individual, son un dechado de virtudes a la hora de exprimir las posibilidades del negro, el blanco y el juego de claroscuros que se da entre ambos extremos de la gama cromática. Una polarización que juega muy a favor de las similares tonalidades extremas en las que se mueve el relato y que, a la postre, se postula como la mejor decisión creativa que se podía tomar de cara a atrapar al lector sin remisión desde sus primeros compases: sólo en un mundo en blanco y negro pueden tener lugar escenas como la que Martin cuenta en ‘El último aliento’.

Porque, claro está, sometido a las limitaciones comentadas, lo que el artista cuenta en este volumen, más que una historia completa —con su exposición, nudo y desenlace…que los tiene, cuidado, pero diluidos por el propio concepto del proyecto— es una escena de una historia, un intenso fragmento intermedio de un western que bien podría haber firmado Clint Eastwood, en el que la venganza y la violencia son los factores principales que animan la función. Bajo esa óptica, resulta encomiable la capacidad de Martin para, empezando in media res conseguir que el lector no tenga dificultad alguna en completar, con su imaginación, aquello que hubiera servido como arranque «normal» del argumento, rellenando asimismo cualquier hueco que se deja —a conciencia, no nos cabe duda— de cara a no comprometer el ritmo imparable que atesora una lectura que, lamentablemente, se pasa en algo menos que dos suspiros. Que sí, que cuando uno la comienza, sabiendo en lo que va a meterse, es perfectamente consciente de que a poco que se de cuenta, habrá pasado fugaz ante su mirada pero eso no quita para que nos deje con ganas de mucho más…unas ganas que, eso sí, son fácilmente paliables a poco que, aprovechando la mínima inversión de tiempo que comporta, volvamos a empezarla.