'El cantar de Renart', quién teme al zorro feroz

No voy a incurrir de nuevo en empezar una reseña de un tebeo publicado por Nuevo Nueve alabando hasta lo indecible la calidad de la edición de cualquiera de los títulos que salen de sus hornos. De hecho, a no ser que Ricardo Esteban nos tenga reservado algo en lo que queda de año que nos «vuele la cabeza» en este sentido, dejemos claro ahora y para lo que quede por venir, que los libros de Nuevo Nueve son excepcionales y que , al serlo, aportan un extra añadido a lo que, normalmente, supone la experiencia de leer las historias que, desde la editorial, deciden acercarnos a nosotros, agradecidos lectores. Y una de esas lecturas que nos llena de gozo es, por supuesto, ‘El cantar de Renart’, un tebeo que se mueve entre dos mundos, el infantil y el adulto y que, de manera maravillosa, es capaz de apelar por igual a ambos sin sentirse, ni muy tontorrón, en el caso de que el lector/a tenga ya una edad, ni muy obtuso y complejo, en el caso de estar hablando de los más peques de la casa.

Para conseguirlo, Thierry Martin traza un relato que, inicialmente, se va cosiendo a través de capítulos aislados en los que vemos al protagonista, un astuto zorro que embauca, estafa y engaña a diestro y siniestro sin ningún tipo de miramientos, importándole muy poco que el objeto de sus fechorías —justificadas siempre desde el querer tener alimentada a su familia— sea un pequeño y dulce pajarillo o el mismísimo rey del bosque. Con el humor caústico—y ahí es donde entra la componente más adulta de la lectura, en las capas que esa subyacente mordacidad va incluyendo— por bandera en todo el recorrido, Martin va introduciendo paulatinamente una semblanza de continuidad —ese lobo que tanto sufre por la astucia del zorro, la voluntad del Rey de de verlo colgando de una soga— hasta concretar un conjunto tan peculiar como brillante que se beneficia sobremanera del extraordinario dibujo de Jean-Marc Mathis, delicado y juguetón y caracterizado por una paleta de colores que se hace grande en lo adecuadamente sutil de su configuración, redondeando un conjunto que supera con mucho un simple recomendable.