Los años pasan, los gustos van variando, lo que antes te parecía una maravilla que releer una y otra vez hasta aprenderte las páginas de memoria hoy lo consideras un tebeo muy normalito de una colección que, probablemente, no llevarías hasta más de los cuatro o cinco primeros números. Bajo estas condiciones, el miedo a rescatar de la memoria algunos de esos títulos que formaron parte de tus inicios como coleccionista de cómics es algo más que común en el aficionado a esta disciplina que es el noveno arte, y lo cierto es que, por más que en ocasiones uno se pueda llevar alguna que otra sorpresa, la regla no escrita que rige el rescate de la memoria es que, más allá de obras capitales, mejor dejar en el pasado aquello que temes que no sobreviva al presente.
Tras tan errática disquisición se encuentra, obviamente, el hecho de que después de veinte años sin leer las páginas que hoy os traemos, el lector de eclécticos gustos que es servidor en la actualidad no haya hallado en el ‘Spider-man’ de Todd McFarlane aquello que disfrutó sobremanera a principios de la década de los noventa. Con veinte años de cómics a mis espaldas, lo que ahora busco al abrir un volumen (sea de lo que sea, que a pocas cosas le hago ascos) guarda escasa relación con aquello que ofrece la serie que terminó de consagrar al polémico artista en el seno de Marvel antes de que se embarcara con sus amigos en la aventura Image.
Con varios trabajos de cierta relevancia llevados a cabo para La Casa de las Ideas, el que Marvel concediera al treintañero en ciernes que era McFarlane en 1990 la responsabilidad completa de convencer al público con una nueva serie en la que perpetuar su estancia, ya en la compañía, ya en el personaje que llevaba dibujando desde hacía dos años bajo los guiones de David Micheline, fue una de esas apuestas que los capitostes de la editorial todavía tienen que estar saboreando. No en vano, el primer número de ‘Spider-man’ se saldó con 2,5 millones de ejemplares vendidos y, como decía, la completa consagración de McFarlane como una de las piezas imprescindibles por las que pasaba el futuro inmediato de la empresa.
Con sus barrocas páginas, su personal narrativa y una forma de ver al personaje que se alejaba de lo que se había podido leer en años anteriores en la cabecera del trepamuros, McFarlane consiguió que toda una legión de lectores volviera a engancharse al personaje. Pero, como decía, lo que funcionaba hace veinticuatro años, no tiene porque seguir haciéndolo dos décadas y media más tarde, y si algo podría afirmarse de este ‘Spider-man’ que ahora reedita Panini en ese formato que tantas alegrías está dando a los Marvel Zombies, es que esta es, sin lugar a dudas, una de esas colecciones a las que el tiempo no ha tratado nada bien.
Y como muestra el botón que supone ‘Tormento’, el primer arco argumental de la cabecera. Cinco números en los que no pasa casi nada, en los que McFarlane estira hasta lo indecible una acción que no debería haberse extendido más allá de cuarenta y ocho páginas y que hace gala de una decomprensión narrativa que ríete tú de Bendis. Vale que, si así se quisiera, se podría justificar ese letánico avance de la trama como una voluntad del autor de acercarnos a lo que sufre Peter Parker bajo el influjo del hechizo de la villana de la historia, pero aún así cuesta asimilar que se necesiten 136 páginas para completar un recorrido que, por otra parte, incide demasiado en alternar lo que le va pasando al héroe con aquello que corresponde a su querida Mary Jane, tan carente de interés como prescindible. Bien es cierto que en ‘Percepciones’, el segundo volumen publicado por Panini, se corrigen algunos de los más evidentes problemas de la primera saga, pero sólo algunos, y la sensación de excesivo estirado de la premisa de partida vuelve a aparecer en el Team-Up del alter ego de Peter con Lobezno.
En lo que al dibujo respecta, está muy claro, a tanto tiempo vista, lo que llamó la atención a los lectores de la época (entre los que me incluyo), con esas composiciones espectaculares, esas splash-pages asombrosas y el cuidado por el detalle que lleva a cualificar a éstas páginas de barrocas. Ahora bien, dichas cualidades, ocultaban ciertas carencias en cuanto a claridad narrativa que hoy quedan expuestas de forma descarnada. Y si bien el estilo del dibujante creó escuela, y a él le debemos en parte el que Greg Capullo esté llegando a las cotas que ha alcanzado en la serie de ‘Batman’ guionizada por Scott Snyder, no deja de ser cierto que, como pasa con mucho cine de la década, el ‘Spider-man’ de Todd McFarlane se comprendiera en su momento mucho mejor de lo que se puede hacer ahora.
‘Spider-man: Tormento & Percepciones’
- Autores: Todd McFarlane
- Editorial: Panini
- Encuadernación: 2 volúmenes cartoné
- Páginas:136 y 168 páginas
- Precio: 5 y 9,95 euros
Hola, Sergio:
Aunque coincido contigo en que dilata en exceso ambas historias, a mí me siguen gustando y, aunque no cuenten mucho -historias que nada tienen que ver con la continuidad arácnida-, cumplen su objetivo de entretener (que es lo único que le pido a un cómic).
Saludos
Hombre Winch Thorgal (me han dicho que no te gusta el cómic europeo, ¿verdad?) que un cómic entretenga es básico, y el problema es que este me entretuvo más bien poco en la relectura. Ahora bien, quizás sería objeto de matización eso de que a un cómic sólo se le puede pedir que entretenga 😛
Tienes razón: que un comic entretenga es básico, pero convendrás conmigo en que muchos no cumplen ni esta función.
Quizás debería haber dicho que lo esencial que le pido a un comic es que me entretenga, con un buen guión y un dibujo que lo acompañe.
Saludos
Y tanto que convengo contigo, cuando uno lee lo que me leo al cabo de la semana, resulta especialmente doloroso ese momento en el que un título en concreto te pone la incómoda zancadilla del aburrimiento.