Stephen Hausdorff y Jonathan Lara nos proponen un viaje cargado de nostalgia para explorar el complicado pasado familiar de su protagonista, con el telón de fondo de una pasión irrefrenable por el cine. La acción transcurre en el norte de España, a finales de 1982, época en la que comenzaban a asentarse los cambios políticos y sociales que llevaban en marcha en nuestro país desde hacía unos pocos años. Isaías viaja de pueblo en pueblo a bordo de su vieja furgoneta, manteniendo vivo un oficio al que ya muy pocas personas se dedicaban en aquel entonces: el de proyeccionista. A cambio de unas pocas pesetas —cuando conseguía que se las pagaran—, de algo de comida o de un techo bajo el que dormir, Isaías hace soñar a los habitantes de esos pueblos pequeños y recónditos con algunas de las producciones que componen su colección. De hecho, cada capítulo de ese cómic está precedido por el cartel de alguna película clásica, entre las que se incluyen cintas tan variopintas como ‘Amanecer’, ‘Centauros del desierto’ o ‘La novia de Frankenstein’.
No obstante, y como ya anticipaba hace unas líneas, el regusto fílmico de esta obra solo es un telón de fondo, y aunque dota de gran encanto al conjunto, lo que de verdad atrapa al lector es la historia familiar de Isaías, la cual vamos descubriendo poco a poco. En especial, la relación con su abuela y la figura de su padre, al que nunca conoció. Isaías es un joven reservado, melancólico, algo taciturno, pero durante el viaje que realiza en estas páginas se acabará abriendo, aunque sea brevemente, a algunos de los personajes que se van cruzando en su camino. Por ejemplo el dicharachero Matías, que viaja por el país haciendo autoestop. Isaías les va contando pequeños fragmentos de su pasado, mientras que otros los descubrimos gracias a una serie de flashbacks donde la paleta azul que impera en el acabado bitono del cómic cambia por el rojo.
Jonathan Lara desarrolla la trama con un ritmo reposado y un tono evocador, sin sobresaltos, con la mirada puesta siempre en Isaías, al tiempo que nos deja entrever las vidas de los demás personajes que pululan por estas viñetas. Lo más destacable del guion es el retrato de la relación entre el protagonista y su abuela, una mujer que debe enfrentarse al difícil reto de compaginar dos roles familiares: el de abuela cariñosa decidida a colmar a su nieto de atenciones y caprichos, y el de madre que debe hacerse respetar e inculcar a su hijo disciplina y buenos modales. Por su parte, Stephen Hausdorff da vida a cada página con un trazo vitalista y espontáneo, enmarcado dentro de un estilo caricaturesco que funciona muy bien tanto en los pasajes más desenfadados como en los más emotivos. Los dos autores dan el do de pecho en esta historia que, sin grandes pretensiones, consigue absorbernos en su pequeño universo hasta que pasamos la última página.
Sesión de tarde
- Autores: Stephen Hausdorff y Jonathan Lara
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 148
- Precio: 14 euros