El nombre de Renaud Dillies no es desconocido en estos lares. No en vano, hace cosa de poco más de un año, el artista francés aparecía en estas líneas virtuales de la mano de La Cúpula —la misma casa que hoy nos propone la obra que es objeto de nuestra atención— con la brillante ‘Abelardo’, una obra en la que el dibujante unía fuerzas con el guionista Regis Hautiere para ofrecernos una historia a veces surrealista, a veces real como la vida misma y siempre tierna y sensible que encontraba en las ilustraciones de Dillies un mundo maravilloso en el que perderse. Pero todo el sentido de la maravilla que las páginas de ‘Abelardo’ reservaban al afortunado lector que a ellas quisiera acercarse no nos podían preparar para lo que, algo más de doce meses después nos esperaba paciente bajo las tapas de ‘Sabor a coco’, una de las mejores lecturas que hemos hecho en este 2017.
Ya la portada de este soberbio álbum da pistas muy claras y evidentes hacia el que resulta el objeto de admiración y homenaje de Dillies, y si sois lectores veteranos sabréis que me estoy refiriendo a George Herrimann y su magistral ‘Krazy Kat’: observar a Jiri y Polka, los dos personajes centrales de ‘Sabor a coco’ retrotrae, sin que el artista francés tenga que hacer uso de la copia descarada, a aquellas ilustraciones con las que el artista estadounidense mostraba al ratón Ignatz y a la gata Krazy vagando por los parajes de Coconino…¡¡si hasta el título apunta a que lo que aquí vamos a encontrar está impregnado de una sentida admiración por el grandioso surrealismo que siempre invadió las viñetas de Herrimann!!
Por mucho que esto pueda llegar a excitarnos, no nos dejaremos llevar aquí por la emoción que supone el traer a la memoria lectora las grandeza de unas páginas que tanto nos hizo amar y nos sigue haciendo amar este medio, pues incurrir en tamaño error sería hacerle flaco favor al trabajo que Dillies lleva aquí a cabo, consiguiendo el artista que en todo momento tengamos ciertas sensaciones a flor de piel —sensaciones que son inequívocamente «Herrimanianas»— sin tener para ello que recurrir a la burda imitación. Para lograrlo, el francés destila la esencia de lo mejor que su homenajeado supo hacer a lo largo de las tres décadas que ‘Krazy Kat’ estuvo en los rotativos estadounidenses, planteando una aventura ¿cerrada? en la que nada está sujeto a normas, en la que todo es posible y en la que página y viñeta se convierten en un elemento más sobre el que transitan sus dos protagonistas.
En este último sentido ‘Sabor a coco’ se relaciona de forma muy íntima con otro grande del noveno arte, el ‘Philemon’ de Fred, rescatando de las maravillosas aventuras del personaje en esas islas del océano Atlántico con forma de letras la manera en la que el grandísimo compatriota de Dillies planteaba los juegos de ruptura con la convencionalidad de la estructura narrativa tradicional francobelga: sin límites pues a la forma que una viñeta puede adoptar o a cómo ésta termina siendo parte vital del discurrir de los acontecimientos, son la casual y hasta aleatoria manera en la que éstos avanzan la que consigue que ‘Sabor de coco’ pueda ser comparado sin despeinarse con los dos puntales del noveno arte que hasta ahora hemos citado.
¿Cómo? ¿Que me he vuelto loco? Nada de eso, nunca he hablado con mayor lucidez. La envergadura de lo que aquí plantea Dillies sólo puede ser medida si se equipara —y no compara— con la de los gigantes sobre los que se levanta, y nimias o inexistentes son las diferencias que separan a ‘Sabor a coco’ de ‘Krazy Kat’ o ‘Philemon’, careciendo quizás de la clara voluntad crítica hacia la sociedad que Fred imprimía en sus páginas pero no sirviendo dicha ausencia, como digo, para que a la hora de juzgar a este álbum tengamos que hacerlo en términos peyorativos por debajo de las otras dos cabeceras.
Y cuidado que, salvo las acotaciones hacia la forma de plantear la página, no he hecho casi referencia a un dibujo extraordinario siempre a la búsqueda de soluciones que se salgan por la tangente y le den un buen puntapié a lo ordinario y común: detallista y puntilloso en la concreción de sus personajes y en los mil y un adendos que uno puede ir encontrando aquí y allá en cada plancha, contemplar una página de ‘Sabor a coco’ es garante seguro de quedarse embelesado durante un buen rato para intentar deleitarse con la miriada de pequeñas y gratas sorpresas que Dillies esconde. Hacerlo y dejarse llevar al mismo tiempo por el singular encanto de tan absurda y genial narración es entrar en contacto con un volumen que, no os quepa duda, estará sí o sí en nuestra selección de lo mejor del año.
Sabor a coco
- Autores: Renaud Dillies
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 90 páginas
- Precio: 17,95 euros en