'Puño de Hierro 1: Los Fragmentos de la Espada Sagrada', en la novedad no siempre está el gusto

Salvo por un par de tímidos intentos, el primero cuando David Aja se hacía cargo del apartado gráfico de la cabecera, el segundo cuando el que de ello se encargaba era Kaare Andrews, tengo que admitir que mi interés para con Puño de Hierro se ha movido entre lo limitado y nulo…y no sabría decir muy bien por qué. Acaso porque es un personaje que me parece de limitado atractivo y seguro porque los equipos creativos que se han visto involucrados en las contadas ocasiones que el personaje ha tenido serie nunca me han hecho arquear más de media ceja, esta que nos ocupa hoy ha sido la primera vez que, llevado por una curiosidad de origen desconocido —el personaje sigue sin atraerme, el equipo creativo no es que no me dijera nada, es que ni siquiera sabía de sus nombres—, me he adentrado en el mundillo del Puño de Hierro aprovechando uno de tantos «reinicios» a los que Marvel somete a sus cabeceras de manera recurrente. El resultado, lamentablemente, me ha convencido de forma permanente de no volver a pisar este rinconcito del universo de la Casa de las Ideas por lo singularmente anodino e insípido de lo que aquí cabe encontrarse.

Danny Rand ya no es Puño de Hierro. Por razones que se explican de pasada al comienzo de la historia —y que, supongo, tendrían lugar en la anterior encarnación de la cabecera— el rubiales ha sacrificado su poder por el bien de la humanidad. Pero desde K’un-L’un, dicho vacío de poder debe corregirse, y así es como aparece en escena un nuevo portador de las habilidades del Puño de Hierro…aunque con ciertas variaciones que, a lo largo de un volumen que no deja de ser entretenido —pero entretenido y ya está— se irán desvelando mientras se suceden las peleas cargadas de diálogos y los golpes de efecto como la aparición de cierto dios nórdico. El resultado, desde lo puramente visual, no convence más allá de las portadas de Jimmy Cheung y Leinil Francis Yu, y lo que desarrollan Michael YG y Sean Chen es, siendo generosos, poco más que solvente. En resumidas cuentas, que lo que aquí se cuece entra de lleno en ese amplio mar de mediocridad que, en los últimos tiempos, mejor caracteriza a lo que se publica en Marvel. Hay excepciones, claro que las hay, pero esta no es una de ellas.