COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

Los héroes volvían a casa: Capitán América y 4F

Entrelazados en nuestros recuerdos de manera íntima y muchas veces mutados por acción de los mismos en entes invidisibles, hay tebeos en los que no podemos pensar sin que a la memoria acudan raudas las circunstancias que envolvieron aquella primera lectura que capturó nuestra atención y que, en considerables ocasiones, se ha mantenido como única con tal de no mancillar la agradable impresión que entonces dejaron en nuestros pretéritos «yo».

En el caso de las dos cabeceras que hoy nos ocupan, dichos recuerdos nos llevan a la Sevilla del segundo lustro de los noventa, a un estudiante de arquitectura, a sus paseos diarios hacia el centro de la ciudad para recoger a la que entonces era su novia —y hoy es su esposa— y a cómo dichos paseos le llevaban día tras día, de manera inexorable, a entrar una y otra vez en la desaparecida «versión» de Elektra cómics que, sita en la calle Zaragoza de la capital hispalense, se convertiría en pocas semanas en un auténtico lugar de peregrinaje y casi culto para un veinteañero que, viniendo de «provincias» nunca había conocido tiendas especializadas como aquella.

De hecho, es de recibo agradecerle a Elektra el que formara parte fundamental en la formación del lector que hoy soy, sobre todo en lo que respecta a un mundillo yanqui que, conocido de forma muy limitada sólo a través de Fórum y Zinco, despertó a las grapas y tomos originales venidos desde ultramar en virtud de la gran cantidad de material que las dos encargadas de la tienda siempre pedían al margen de los abultados encargos que los clientes hacían sobre el Previews. Fue, de hecho, trasteando entre las muchas grapas que llegaban semanalmente, cómo descubrí primero, todo el trasunto del ‘Heroes Reborn‘ y, más tarde, cómo arribé poco a poco a las costas de lo que supusieron las diversas series de ‘Heroes Return‘. Series que, salvo la enorme ‘Vengadores, no había vuelto a revisar en las más de dos décadas que han transcurrido desde su publicación original y que ahora, gracias a Panini, tenemos disponibles en unos volúmenes formato Omnibus destinados a hacer las delicias de los lectores más talludos del lugar.

Mark Waid y Ron Garney ya habían dejado su impronta en el vengador original. Tanto es así, y tan abrupta había sido la interrupción de su estancia a bordo del héroe de la Segunda Guerra Mundial que, como ya dijéramos en su momento, Marvel tuvo a bien volver a contar con ellos a bordo de las aventuras del Capi toda vez este regreso de la dimensión burbuja creada por Franklin Richards tras el evento Onslaught. Pero algo se perdió por el camino: el enorme brillo y desmandado lustre que los artistas habían imprimido a aquellos números que, aún hoy, siguen siendo paradigma de cómo manejar al personaje, quedaba ajado en una nueva etapa al frente del mismo que no terminaba de cuajar número tras número. Había genio, sí, y un muy buen hacer tanto de Garney como de un Andy Kubert que, en pleno estado de gracia, dejaría muchas planchas para el recuerdo —fijaos si no en la que corona estas líneas—, pero la toma de decisiones en lo que al argumento concierne no estuvo llamada a la solidez de instantes predecesores y las ideas de Waid tocaron fondo con la inclusión de un villano que no «pegaba ni con cola» en las páginas del Capi.

Con especial ilusión y mucha más algarabía recibía mi yo de entonces la decisión de Marvel de contar con Alan Davis como el dibujante que reiniciara las aventuras de ‘Los Cuatro Fantásticos‘ en su camino de regreso a la normalidad: el británico era, por aquél entonces —y esto es algo que creo haber dicho a lo largo de los años con considerable ahínco— mi dibujante de cómics favorito, y cualquier cosa en la que aterrizara era objeto inmediato de mi más fervorosa atención hasta el punto de comprar grapas sueltas en las que sus lápices se limitaban a la portada. Tal pasión convirtió rápidamente a los tres primeros números de esta nueva etapa de la Primera Familia en objeto de constantes revisiones, aupados como estaban sobre los espléndidos hombros de un Scott Lobdell en perfecta forma. Pero, ay, al contrario de lo que pasaría en ‘Capitán América‘ —un sólo comandante, un par de dibujantes—, ‘Los Cuatro Fantásticos’, cambiaría muy pronto, no sólo a Davis por un funcional Salvador Larroca, si no a la frescura de Lobdell por lo anquilosado de Chris Claremont en un error que devino de bulto conforme el otrora genial guionista comenzó a hacer de las suyas.

Revisada hoy, la estancia de Claremont al frente de las vidas de Reed, Sue, Ben y Johnny es de las más confusas y poco agradecidas que han conocido los personajes, y ni el efectivo trabajo de nuestro compatriota —que por aquél entonces ya demostraba ser de los pocos capaces de aguantar un ritmo de producción mensual, lograba —o logra— vencer la desidia que provoca un argumento enrevesado como pocos…menos mal que poco después llegarían Waid y Mike Wieringo y devolverían a los héroes al lugar que se merecían.

Como sensación general, recalando en los lugares comunes que ambos tebeos dejan en el lector maduro de hoy, he de confesar que tanto ‘Capitán América. Servir y proteger‘ como ‘Los Cuatro Fantásticos. Vive les fantastiques!‘ no han envejecido necesariamente bien: no hay duda en que el triplete formado por Waid, Garney y Kubert gana la mano de manera ostensible con su trabajo en las enérgicas aventuras de Steve Roger a lo que plantean los cuatro artistas implicados en las de los «imaginautas» —por rescatar el término que acuñará Waid en su estancia a bordo de la familia Richards/Storm—; pero ninguna de las dos acumula suficiente ímpetu como para asentarse en el recuerdo más allá de aquellos instantes fugaces de curiosidad que despertaron en nuestras células grises aquellas grapas encontradas en los cajones de Elektra…‘Nuff said!!!

Heroes Return. Capitán América

  • Autores: Mark Waid, Ron Garney y Andy Kubert
  • Editorial: Panini
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 328 páginas
  • Precio: 30,40 euros en

Heroes Return. Los Cuatro Fantásticos

  • Autores: Scott Lobdell, Chris Claremont, Alan Davis y Salvador Larroca
  • Editorial: Panini
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 512 páginas
  • Precio: 42,75 euros en

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