V. Kingdom Come

‘La cantina de medianoche 6’, como sake para azuki

En occidente comenzamos a asumir, gracias a excelentes restaurantes y ¿por qué no decirlo? todo el boom de la cultura gastronómica, que no sólo de sushi vive el japonés. Todo un abanico de formas y sabores se abre a nuestros paladares en formas de pastas, arroces, crustáceos y un largo etcétera del que cuesta no enamorarse, tanto por gusto como por aspecto. Por supuesto ello tenía que tener su reflejo en el arte del manga, aunque en este caso no en forma de nominativo (ahí están Naruto y una importante parte del elenco de Dragon Ball) ni llevándonos al terreno de la elaboración, como en ‘Amasando Ja-pan’, sino orientado al bando de ese comensal que simplemente disfruta de un sabor sencillo pero familiar. Ellos son los que reinan en el hipnótico microcosmos de ‘La cantina de medianoche‘, un pequeño local que abre hasta las siete de la madrugada y que acoge cada jornada a un heterogéneo grupo de parroquianos que nos ofrecen un buen puñado de sorpresas.

Aquellos que hayan leído los cinco volúmenes anteriores de esta obra saben ya de sobra que van a encontrar entre sus páginas. Con dos únicas normas, que la oferta culinaria se ciña a aquello que hay en la cocina (una buena defensa del producto de temporada, algo que en este tomo se aprecia especialmente en el paso de las estaciones, con dulces veraniegos y guisos de otoño) y que ningún cliente puede consumir más de tres bebidas por noche, aquí volvemos a encontrar toda una sucesión de historietas breves e independientes que, partiendo del deleite en su heterogéneo menú que presenta un plato nuevo en cada capítulo (desde auténticos desconocidos por estos lares hasta las típicas patatas fritas), nos presenta todo un catálogo de personajes que van desde acompañantes (si, ese tipo de acompañante) y empleados de locales nocturnos a periodistas, cantantes y hasta un diseñador de figuras de coleccionista. Tramas en las que la base es el componente emocional de lo sórdido a lo dramático, sin olvidar el romance, la comedia y una gotita de humor negro.

Heredera formal y espiritual del gekiga, con argumentos cotidianos y un dibujo feísta con tendencia al busto parlante que, en principio, puede echar a algún lector potencial atrás pero que olvidamos rápidamente a medida avanza el relato, el sexto volumen de la serie mantiene alto el listón del resto de la obra. El lector que ya la conoce y ama no encontrará, salvo algún secundario, nada nuevo, pero tampoco hallará aquí nada que le decepcione. Incluso, como pasa con el resto de sus números, podemos empezar a leer por este título, aunque aquellos que hayan tenido la paciencia de leerla por orden cronológico se encontraron a unos cuantos conocidos (y para aquel lector que ande flojo de memoria unas notas al pie con referencias que harían palidecer a más de un manga de superhéroes). 

‘La cantina de medianoche’ es un manga adictivo como pocos. En frío su portada en las estanterías de nuestra librería especializada no llama especialmente la atención, ni por título ni por dibujo, pero empezar a catar cualquiera de sus páginas hace que no podamos parar hasta haber acabado el plato entero. En una dimensión similar a la periodista Amelia Mintz, ese personaje del muy recomendable cómic ‘Chew‘ que con su prosa consigue que cualquier persona evoque al momento el plato del que habla, Yaro Abe nos transporta una vez más a los sabores de la cocina nipona aunque sólo para rematarlo con el gusto agridulce de sus historias. Un sabor que poco a poco se ha ido volviendo familiar y el que lo prueba repite.

La cantina de medianoche 6

  • Autores: Yaro Abe
  • Editorial: Astiberri
  • Encuadernación: Rústica con solapas
  • Páginas: 296 páginas
  • Precio: 20 euros
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