‘Krieg Machine’, monstruos de acero

Como creo haber dicho más de una vez por estas líneas, cualquier cosa relacionada con la Segunda Guerra Mundial, tiene inmediatamente mi atención completa dada la extrema filia que despierta en mí todo lo que preludió, trascendió y supuso a posteriori aquel lustro y un año en el que el mundo se travistió en un conflicto universal que a punto estuvo de cambiar el rumbo de la humanidad…para mal —porque cambiarlo, lo cambió, y quiero entender que para bien considerando que se puso freno a un avance nazi que podría haber supuesto un elemento completamente desestabilizador de las sinergias mundiales de haberse alzado vencedor en la contienda. Y, claro, cuando en el espacio de dos meses Norma no sólo publica uno sino dos volúmenes enclavados en dicho instante del s.XX, la expectación por parte de este redactor es máxima tanto hacia ‘La bomba‘ —en pleno proceso de lectura cuando escribo estas líneas— como hacia ‘Krieg Machine‘, pareja espiritual de ‘Esta máquina mata fascistas‘ que, firmada por los mismos autores, editara la casa catalana el pasado 2017.

Bajo la misma temática que entonces —todo gira en torno a un tanque y a los hombres que lo operan en diversos puntos de la geografía de la refriega— voy a huir de llevar a cabo comparaciones entre uno y otro para valorar ‘Krieg Machine’ como un hecho aislado por más que comparta tanto con el álbum de hace cuatro años. Y en esa valoración, no puedo sino lamentar que Jean-Pierre Pécau, que tan hábil se ha mostrado a la hora de reimaginar la historia en las muchas instancias que ha conocido ‘El día D’ —os dejamos aquí enlace a la última de la que dimos cuenta, la brillante ‘El príncipe de las tinieblas‘—, no muestre las mismas dotes en la construcción de una historia que se siente hierática y muy mal engrasada, que carece de personajes con la suficiente personalidad para lograr captar la atención del lector y conseguir que éste empatice con ellos; que vaga de acá para allá dando considerables palos de ciego y que presenta un «drama» humano de muy poco calado tocado, qué duda cabe, por esa ausencia que decimos de caracteres de peso.

A ver, se lee, sí, pero con un interés que decrece a ritmo alarmante y al que poco le terminan importando las cuitas entre los dos protagonistas cuando éstos, desdibujados a base de clichés, no consiguen lo que sí hemos encontrado en otros muchos relatos con la Segunda Guerra Mundial de fondo. Lastrado considerablemente por el guión, el conjunto no termina de levantar el vuelo por un dibujo que adolece igualmente de cierto hieratismo y un talante bastante estático, si bien dicha personalidad queda afortunadamente reducida a las escenas entre personajes y, cuando la narración se vuelca en algunas de las escaramuzas con los carros armados de por medio, es cuando ‘Krieg Machine’ nos muestra su cara más amable y efectiva. Que sólo eso sea suficiente para incorporar el álbum a vuestra tebeoteca es algo que dependerá de cada uno.