'Killer Queen', el manga es como una caja de bombones

Normalmente cuando a nuestras librerías llega un recopilatorio de historietas cortas (sin conexión entre sí aparte de su autoría quiero decir, a diferencia a aquellas en torno a un universo, como el tomo relativo a ‘Death note‘, o un personaje, como Tomie) se debe a la popularidad de su creador y generalmente suele llegar cuando hay un buen puñado de otras obras suyas o al menos un éxito de relumbrón en el mercado. Así hemos disfrutar de pequeñas pinceladas de mangakas como Tatsuki Fujimoto, Naoki Urasawa o Satoshi Kon por mencionar algunos, pero en el caso de Aguri Ohue empezamos la casa por el tejado, siendo ‘Killer queen‘ la primera obra de su mangaka que se publica en nuestro país, con ocho historias de corte y extensión muy distinto.

Dejando casi para postre la historia que da título al volumen, en este manga no falta de nada. Desde el relato de una bruja inventora genial que se enfrenta al odio en un clima bélico (Hexenhammer) a la crónica de un periodista que descubre la realidad detrás de una zona marginal condenada a desaparecer en la que es una de las mejores y más emocionantes partes del conjunto (Dodoitsu) pasando por la odisea de una joven pistolera, apenas una niña, para cambiar de vida y adaptarse a los deseos familiares (Little mafia, un cómic que podría ser fácilmente el primer episodio de una serie más larga) o la surrealista serie de tiras protagonizadas por una chica recién atropellada y otra a la que le ha crecido una flor en la cabeza que se conocen en una sala de un hospital bajo el título de Medic!!. Sin dejar de lado Tallboy, en la que un equipo de camareras se desesperan por la insistencia de los clientes de llamarlas como tal, la inclasificable Super dry o Pre-spring, una fábula sobre el poder de las pequeñas cosas, para terminar con Killer queen, una historia de venganza con regusto agridulce.

Un irregular juego de géneros que destaca por su buen dibujo. Aún estando ante un caso en el que encontramos un amago de esa constante repetición de rostros de la que adolece buena parte del manga actual, se trata de una obra detallista, algo que se aprecia bien en escenario y vestuario, y dinámica, que sabe sacar buen partido a las escenas de acción y jugar con los múltiples ángulos de sus escenas. En un recopilatorio, como sucede en la práctica totalidad de estas publicaciones, dispar, este ‘Killer queen’ brilla sobre todo por su diseño, sin renunciar a elementos como animales antropomorfos o complicadas máquinas, con un buen diseño y un gran uso de las líneas cinética. A falta de haber leído ninguna otra obra de Aguri Ohue este no resulta un mal aperitivo para animarse a leer otras de sus creaciones. Si Fandogamia, la editorial que lo ha traído a nuestras librerías, u otra, le dará una nueva oportunidad está todavía por ver, pero estos no son malos cimientos. Acostumbrados como estamos a series de decenas de tomos e incluso alguna que ya supera el centenar (ahí está ‘One piece‘) descubrir a un autor en lo pequeño es una experiencia que no resulta nada habitual, pero que nos permite conocerlo en más de una faceta. ‘Killer queen’ es una buena muestra de ello, y aunque no nos enamore de manera instantánea de una obra en la que la mitad de sus historias supera por goleada a la otra mitad, anima al lector a conocer la otra cara de un mercado editorial, el nipón, que ha afianzado su influencia en los últimos años: una auténtica abeja reina.