De incuestionable influencia junto a ‘El guantelete del infinito‘ en todo lo que pudimos ver, asombrados y acongojados, a lo largo del metraje de ‘Vengadores: Infinity War’ —y de lo que, probablemente, podremos ver el mes que viene en ‘Vengadores: End Game’—, fue ‘Infinito’ el crisol en el que llegaron a fundirse todos los esfuerzos previos de Jonathan Hickman en las dos series de Vengadores que había capitaneado durante los dos años previos a la aparición del número uno de este épico crossover. Un crisol que el guionista había ido forjando con esmero, tesón y mimo desde los primeros compases de ‘Los Vengadores’ —esos de los que hablamos por aquí— y que, como ya dijéramos en junio del año pasado, no es más que el trampolín hacia lo que nos esperará cuando lleguemos a ‘Secret Wars’.
Sujeto pues a un plan enorme y caracterizado como puente que tiende hilos hacia todas partes, poco o nada se puede comentar de ‘Infinito’ en términos argumentales más allá de que, dentro de esos hilos, encontramos a un Thanos dispuesto a arrasar de una vez por todas con la vida en la Tierra y a toda una confluencia intergaláctica de personajes que tiene que hacer frente, no sólo a la amenaza del titán loco, sino a la de una raza, los Constructores, que recorren el universo destruyéndolo todo a su paso. Huelga decir que, al margen de la típica verborrea técnica que tanto caracteriza a Hickman, lo que aquí hay a espuertas son alucinantes enfrentamientos a una escala que apabulla y la firme promesa de que, como primera mitad, lo que aguarda en el segundo volumen superará con creces todo lo ofrecido en éste.
Mentiría si dijera ahora que, a nivel gráfico, los nombres que firman los tres números de ‘Infinity’, los tres de ‘Los Vengadores’ y los tres de ‘Nuevos Vengadores’ que aquí se incluyen no están a la altura de las circunstancias. Pero dónde no estaría faltando a la verdad es a la hora de apuntar el que, en lo que corresponde a la primera de las cabeceras citadas, no podamos disfrutar de un único dibujante y tengamos que soportar el salto de Jim Cheung a Jerome Opeña y de éste a Dustin Weaver. De acuerdo, los tres son enormes narradores y espléndidos dibujantes —sobre todo Opeña, mi favorito de la terna— pero la ausencia de cohesión interna que el paso de uno a otro da, cada vez que el devenir de los acontecimientos recala en ‘Inifnity’, termina por agotar y cuestionar, una vez más, las pobres políticas que rigen Marvel en la actualidad —o DC, que también se las pinta sola de cuando en cuando con los ejes centrales de los crossover—.
Afortunadamente, lo que compete a los muy eficaces y espectaculares Leinil Francis Yu o Mike Deodato Jr. sirve para paliar sensiblemente esa sensación y sus esfuerzos, unidos a los de sus compañeros —cuidado, no estoy arremetiendo contra la grandeza de ninguno de ellos, sino contra el que las cosas se hagan como se hacen en La Casa de las Ideas—, convierten estas páginas en espectaculares muestras de lo mejor que la editorial ha puesto en pie en esta década que toca a su fin.
Infinito. Primera parte
- Autores: Jonathan Hickman y VVAA
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 296 páginas
- Precio: 28,50 euros en