'Holms y Piorot. El caso de los cadáveres exquisitos', Jali nunca defrauda

Lo decimos en el extracto que se puede leer en portada: Jali es debilidad personal. Y eso es algo que, de partida, no entiende de más argumentos que «es de Jali, tengo que leerlo». Después se podrán aducir más razones, pero es evidente que todas irían encaminadas a redundar en tan simple mensaje. Que Jali se haya ganado a pulso esa ventaja encuentra su justificación en una trayectoria IMPECABLE que para servidor, como ya expliqué hace un lustro, comenzó con ‘El último gran viaje de Olivier Duveau‘, continuó con ‘No despertéis al ser que duerme’, siguió con ‘Malaria’ y llevaba ya demasiado tiempo esperando a que José Ángel Labari Illundain nos ofreciera una nueva muestra de un talento a los lápices que, en su simpleza, no es capaz de ocultar sus descomunales cualidades .

Y, después de esos cinco largos años de aguardar con impaciencia, el momento ha llegado de la forma más inesperada con este ‘Holms y Piorot‘. Y no inesperada porque haya aparecido de repente, sino inesperada porque jamás se nos habría ocurrido que lo siguiente del artista pudiera ser este experimento en el que Jali coge a Sherlock Holmes y a Hercules Poirot, les cambia el nombre —y sólo eso—, y los une en un entramado con los cadáveres exquisitos que dan nombre al tebeo. Un entramado en el que, por supuesto, aparecen los secundarios habituales de las historias de Conan Doyle y que, con Londres de fondo, abunda en hacer cuántas más coñas, mejor, acerca de la insoportable personalidad de ambos detectives, llevadas ambas a su grado de mayor paroxismo por el descacharrante sentido del humor que gasta el español en las 150 páginas que publica Diábolo.

Un humor que, cínico y negro en los diálogos, también se trabaja desde lo visual, con un estilo desenfadado y rápido que, inconfundiblemente «jaliesco», resulta no obstante innovador por sus formas, sobre todo cuando, después de habernos dejado sorprender por la manera en que los fondos se diferencian de los personajes, las últimas páginas del tomo nos descubren cómo se ha logrado ese efecto, algo que hace que caigamos aún más rendidos ante el talento de un artista que, como siempre nos pasa con aquellos que nos hacen esperar, deja con ganas de más, de mucho más. Y si ese más, por favor, pueden ser aventuras de estos dos dicharacheros personajillos…pues como que mejor.