No sé si hará falta afirmarlo con cierta contundencia o no pero, si sois seguidores de Fancueva desde siempre y ya lo erais de Zona Fandom antes de que nos reinventáramos hace nueve años, sabéis de sobra que por aquí tenemos a Ghibli por nuestra religión y a Hayao Miyazaki como nuestro Dios. No en vano, salvo la muy irregular ‘El viento se levanta‘, todo lo que firmó el maestro nipón antes de esa jubilación que nunca termina de serlo, está dentro de nuestra selección de lo mejor que ha dado el cine de animación de todos los tiempos y todas las procedencias y, aún más, de nuestra selección de lo mejor que ha dado el cine en general de todos los tiempos y todas las procedencias. Y, no, no voy a citar cuáles son las que entrarían en ese grupo porque no estamos aquí para hablar de Ghibli y Miyazaki sino para dejar claro que, bajo el notable influjo que el estudio nipón ejerce sobre las formas que cuajan los autores de ‘El viaje de Yaya‘, y sabiendo de nuestra inmensa filia por las mismas, muy mal tenían que hacerlo Jean-Marie Omont, Charlotte Girard, Patrick Marty, Golo Zhao —los tres primeros, guionistas, el cuarto en discordia, el dibujante— para que no cayéramos rendidos a los pies de este primer álbum de tres de que se compone esta maravillosa historia. Huelga decir que no ha sido así, claro.
Una historia que acerca posturas a una de las producciones de la compañía más salvajemente dolorosas e igualmente maravillosas, claro. Hablamos, como no, de ‘La tumba de las luciérnagas’, el acongojante filme de Isao Takahata sobre dos huérfanos durante la Segunda Guerra Mundial que sobreviven como pueden a los estragos de la contienda. Inmisericorde con el espectador, el espíritu de la cinta de Takahata sobrevuela, ominoso, sobre esta historia que tiene lugar durante la invasión japonesa de China y en la que una pequeña llamada Yaya, proveniente de una familia pudiente, y un chaval llamado Taduo, que se ha criado en las calles de Shanghai. El encuentro de los dos, y la búsqueda de los padres de la primera que dará comienzo en este volumen —y que recuerda a otra producción animada, la mítica ‘Marco‘, curiosamente, también dirigida por Takahata y, en parte, amparada por una incipiente Ghibli—, se dejan acompañar de otros elementos que convierten a la lectura de ‘El viaje de Yaya’ en una auténtica delicia apta para todo tipo de paladares, sean éstos de la edad que sean.
Capaz pues de encandilar a los más pequeños de la casa y de actuar con la misma eficacia —o aún más— con los mayores del lugar, es la componente gráfica de este precioso tebeo la que, por supuesto, nos deja con la boca abierta a aquellos que jamás tendremos suficiente de las formas visuales de Ghibli: no hay sitio para inequívocos en la manera en que Golo Zhao se aproxima al dibujo de las páginas de ‘El viaje de Yaya’, todo en ellas, desde los escenarios hasta el diseño de personajes, huele y sabe a Ghibli, algo que, como decimos, no hace sino acrecentar nuestra admiración por tan entrañable y precioso volumen. Un volumen que, al contrario que la citada cinta de Takahata, trata de aligerar la carga dramática de las situaciones que van viviendo los personajes —aunque, siendo adulto, es fácil ver los traumáticos mimbres de las mismas y la genial sutileza con la que se ha tratado todo de cara al público infantil— y que, por supuesto, nos deja con las ganas locas de tener YA en nuestras manos sus dos continuaciones.
El viaje de Yaya
- Autores: Jean-Marie Omont, Charlotte Girard, Patrick Marty, Golo Zhao
- Editorial: ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 144 páginas
- Precio: 17,95 euros