A estas alturas, si los que sois lectores asiduos no tenéis ya más o menos claras nuestras filias, es que no sabéis leer entre líneas o no prestáis la suficiente atención a lo que vamos diciendo de éste o aquél título —sin acritud, ¿eh?—. A esos, os diría que os pongáis las pilas y reviséis con atención todo lo que hemos escrito hasta el momento y que, con ese conocimiento adquirido, os volváis a pasar por aquí. ¿Cómo? ¿Que leerse más de 3000 reseñas es mucha tela? Ainssss. De acuerdo. Os limitaré el trabajo. Ceñíos a Mark Millar y a lo que del británico hemos ido afirmando a lo largo de los últimos años. ¿Mejor? Venga, os dejo un rato…
…¿Ya? A la luz de todas las valoraciones que hemos ido haciendo de los títulos que conforman el Millarworld, si algo queda claro de forma meridiana es que bebemos los vientos de manera incuestionable por cómo escribe el guionista y la manera en la que, una y otra vez, se aproxima al género de los superhéroes desde mil y una diferentes ópticas que, entre otras cosas, no hacen sino demostrar que para renovar el género lo único que hay que hacer es dejar atrás ajadas formulaciones y tener ganas —y de ganas a Millar no hay quien le gane— de innovar sobre lo que vino antes.
Sé que acerca de esta apreciación sobre lo que Millar ha ido ofreciendo en los diversos títulos que conforman su particular universo hay opiniones, no sólo encontradas con la mía, sino directamente opuestas hasta tal punto que consideran al británico como poco menos que un hábil vendedor de humo que lo único que hace es trabajar siempre sobre la misma idea disfrazándola con envoltorios de muy diferentes tonos y colores. Huelga decir que tanto «odio» no es compartido por un redactor que ve en el responsable de ‘Ultimates’ una de las voces más singularmente únicas que surgieron durante la primera década de este siglo. Y, de acuerdo, la venta de su sello a Netflix no tiene porque ser indicativo de nada. Pero que el titán de VOD fijara sus miras en el Millarworld como puerta de entrada al mundo de los cómics es, en mi humilde opinión, claro exponente de que algo hay en la forma de ver el noveno arte de este insigne inglés que hipnotiza y mueve a niveles muy primarios.
Con ‘Kick-Ass‘, sus secuelas, el spin-off de ‘Hit-Girl’ y la segunda parte de ‘Jupiter’s Circle‘ como únicos hitos del Millarworld que habían encontrado hasta el momento continuidad más allá del formato estándar de seis números que el escritor lleva utilizando desde hace años para contar sus historias, parece que la influencia de Netflix —o quizá una razón más peregrina como, qué sé yo, hacer dinero— es la que se encuentra detrás de las dos cabeceras que hoy os traemos: una serie regular que gira en torno a la hiper violenta Mindy McReady y una precuela de la citada ‘Jupiter’s Circle’ que nos acerca a los turbulentos años en los que los primeros superhéroes camparon a sus anchas por Estados Unidos.
Escritas ambas por el lenguaraz escritor —algo que, en el caso de la primera, dará paso en los siguientes arcos a otros nombres como Jeff Lemire, Rafael Albuquerque o Kevin Smith— las tonalidades de una y otra son diametralmente opuestas sin que por ello dejen de ser 100% Millar. En lo que respecta a ‘Hit-Girl’, lo que podemos encontrar en ella es un entretenimiento palomitero salvaje, brutal y cargado de un humor que funciona a base de acumulación de barrabasadas y sigue a Mindy mientras acepta el encargo de acabar con un cártel de droga en Colombia. Casquería, hemoglobina a borbotones y grandes dosis de violencia gratuita son las señas de identidad de una miniserie que se queda a bastante distancia de lo que Millar y Romita Jr. —el dibujo de Ricardo López Ortiz es funcional y ágil, incluso se podría tachar de adecuado, pero poco más— plantearon en las tres series originales.
Afortunadamente, el Millar de ‘Jupiter’s Circle’ es de bastante mayor calado, y la incursión en el pasado de los padres de los protagonistas de la cabecera dibujada por Frank Quitely es, como poco, intensa y sorprendente. Situada en la era Hoover y sometida en parte a la paranoia que rodeaba al intrigante fundador del FBI, las existencias de los progenitores de los turbados héroes de ‘Legacy’ supera, en no pocos sentidos, al festival «livin’ la vida loca» que ya veíamos eran las de sus vástagos, y mediante el muy episódico tratamiento con el que el guionista cose todo el entramado, dando saltos continuos entre uno y otro personaje, se ofrece al lector toda una panorámica con regusto añejo al que ponen guinda los talentos de Davide Gianfelice y Wilfredo Torres, más cercanos en sus modos narrativos y en sus trazos al talante Silver Age bajo el que se envuelve todo el conjunto.
Lo mejor de todo es saber que, tanto por una parte como por la otra —pero sobre todo en lo que respecta a ‘Hit-Girl’— las cosas no harán más que mejorar a partir del siguiente volumen. Así que, ya sabéis, atentos a vuestras librerías especializadas para que no se os escapen, ni los viajes de Mindy por el mundo, ni la conclusión de las andanzas de los muy poderosos, y muy ligeros de cascos, superhéroes de ‘Jupiter’s Circle’.
Hit-Girl en Colombia
- Autores: Mark Millar & Ricardo López Ortiz
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 144 páginas
- Precio: 14,25 euros en
Jupiter’s Circle vol.1
- Autores: Mark Millar, Wilfredo Torres y Davide Gianfelice
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 144 páginas
- Precio: 14,25 euros en