'El Hombre Submarino: Las profundidades', el terror que vive bajo las aguas

Siempre que reflexiono sobre esta afición nuestra y miro a un y otro lado de las dos majors estadounidenses, termino llegando, entre otras, a una reflexión bastante clara: que a Marvel le hubiera convenido hace muchos años haber seguido el modelo experimentado por DC en mil y un frentes que, a día de hoy, encuentra en el Black Label su último exponente; esto es, contar con una línea editorial que ofreciera a los lectores la oportunidad de asomarse a su universo haciendo caso omiso a la continuidad e ignorando por completo cualquier canto de sirena de reinicio del cosmos de los Vengadores, los 4F o los mutantes con el que tantas veces se ha coqueteado y que, salvo la honrosa excepción del ‘Ultimate Spiderman’ de Brian Michael Bendis, nunca ha funcionado. ¿Que por qué esta disquisición inicial? Fácil, porque ‘El Hombre Submarino: Las profundidades‘ es el tipo de cómics que Marvel necesitaría de manera sistemática para seguir atrapando a los lectores que llevamos décadas invirtiendo tiempo y dinero en un invento que, en la humilde opinión de este redactor, tiempo ha dejó atrás la opción de «renovarse o morir».

Lo que hace que el trabajo de Peter Milligan y Esad Ribic no caiga en el mismo saco que otras miniseries dedicadas a personajes de La Casa de las Ideas es, no cabe duda, su condición de hecho aislado y su fuerte personalidad, que aliena casi por completo a las páginas de este relato con «Namor de fondo» de cualquier cualidad superheróica para convertirlo en una claustrofóbica historia salida de la más fértil imaginación de H.P. Lovecraft. Para ello, Milligan usa al rey de Atlantis como una presencia constante, de la que siempre se habla de manera ominosa pero que casi no se ve, aparcando cualquiera de los mensajes que se han asociado desde siempre a la creación de Bill Everett para convertirlo en el engranaje base que mueve los muchos resortes del terror de la tripulación de un submarino que va en la búsqueda de la perdida y mítica ciudad que el alado mutante gobierna. Análisis pues del deterioro mental de los enclaustrados hombres que viajan en pos de una misión imposible, ‘El hombre submarino: Las profundidades’ triunfa por completo en generar la sensación de opresión bajo el mar que viven los protagonistas, sobre todo ese científico que, escéptico y pagado de sí mismo, sabemos que terminará sucumbiendo a la inminente muerte bajo miles de litros de agua salada de la que sólo le separan unos centímetros de acero.

Apoyándose en una milimétrica construcción de personajes que, aunque asentados en ciertos arquetipos, resultan el perfecto coro de fondo para contrastar con la personalidad obsesiva de Randolph Stein, Milligan traza un relato que huye, como decimos, de cualquier tropo asociado a un tebeo con «supertipos», inclinándose por lo incisivo de unas páginas que, escalpelo en mano, van eliminando capa tras capa de la piel de los protagonistas para dejarlos expuestos ante el horror de lo desconocido. Un horror que podría haber contado con cualquier otro dibujante para dar con el tono adecuado pero que reposa en las manos de un Esad Ribic en estado de gracia capaz de afrontar con sin par solvencia cualquiera de los frentes que el guión le plantea.

Así, ‘El Hombre Submarino: Las profundidades’, es un tebeo a ratos opresivo, claustrófobico y terrorífico para, en otras instancias, trabajar la épica a una escala asombrosa, demostrando el croata ser capaz de moverse como pez en el agua —perdonadme el chiste fácil— en cualquiera de los puntos intermedios que podamos marcar entre uno y otro extremo y dando lo mejor de sí en la caracterización de personajes y la expresividad de los mismos, vital para un tebeo que deposita todo su peso en las conversaciones y en el que la acción es sólo un hecho puntual y aislado. Huelga decir que este Must-Have, el 62 en la colección de Panini, es uno de esos que hace honor a su inclusión en el sello y, volviendo a nuestra reflexión inicial, mucho nos gustaría ver como Marvel abunda más en este tipo de proyectos y no en esos ajados eventos que atesoran poco o ningún interés. ‘Nuff said!!!!!