'Eternos 1: Sólo la muerte es eterna', bien por Ribic...no tanto por Gillen

Cualquier disquisición que queramos elucubrar sobre el material que Panini ha recogido en este primer volumen de ‘Eternos‘ de Kieron Gillen y Esad Ribic queda sepultada, al menos a priori, por lo aplastante de la apuesta de calidad que la editorial ha hecho para respaldar el lanzamiento de la serie con la que Marvel ha querido acompañar, desde mediados del pasado año, a una de las cuatro producciones cinematográficas que nos hacía llegar durante 2021. Y es que, nada más tener el volumen de ‘Eternos: Sólo la muerte es eterna’ en las manos, uno se da cuenta de que la editorial no se ha andado con menudencias: a las dimensiones del tomo, similares a las de un álbum europeo en altura y algo más estrecho que éstos, se unen la encuadernación holandesa y, sobre todo, la impresión mate sobre un papel de tremendo gramaje que, aunque impide la correcta lectura de los textos impresos sobre cuadro azul que caracterizan a uno de los «personajes», grita no obstante «¡objeto de coleccionismo!» al tebeo-adicto que quiera escucharlo.

Pero, más allá de las incuestionables bonanzas de las ediciones —que nos alegran el día sobremanera por lo mucho que hablan de dónde está ya el mercado español en comparación con sus dos grandes referentes (el estadounidense y el francobelga)—, lo que aquí realmente nos interesa es saber si tanta parafernalia está al servicio de un cómic sobresaliente o no. Lamentablemente, en este caso, no podemos afirmar que así sea, quedándose la cabecera de Gillen y Ribic en un modesto notable, sino por acción del dibujante croata, sí por lo que el guionista británico lleva a cabo en unas páginas que, en pocas palabras, son un «JonathanHickmanquieroynopyuedo«. Así, el planteamiento del guionista a la hora de re-introducir a los Eternos en el Universo Marvel pasa por complejizar su discurso, por echar mano de recursos que Hickman ha pulido hasta llevarlos a su perfección —esas páginas escritas y carentes de viñetas que son ya tan comunes en la producción del estadounidense y que, por ejemplo, tan bien ha sabido entender Gerry Duggan en sus actuales ‘X-Men‘— sin que su inclusión se vea como otra cosa que una molestia y por plantear una acción a distintos niveles que, sinceramente, le funcionaba muchísimo mejor en ‘The Wicked + the Divine‘ o en ‘Loki. Viaje al misterio‘ que en estas páginas.

De hecho, podría parecer que Gillen no se encuentra como pez en el agua cuando tiene que claudicar ante la inclusión de las inevitables secuencias de «tortas» y que, discurriendo por otros derroteros, sus intereses no encuentran pleno pulmón en unas páginas que, eso sí, son todo un recital visual por parte de Esad Ribic: bien es cierto que el mejor medio del artista, como se ha demostrado en ciertas ocasiones, no son las series regulares sino los proyectos especiales como ‘Loki‘ o ‘Estela Plateada: Réquiem’, pero eso no quita que, cuando ha de remangarse y someter a sus habilidades a la disciplina de una cabecera mensual, el artífice de los mejores números del ‘Thor’ de Aaron no dé el do de pecho, algo que, en este volumen, queda puesto de manifiesto cuando, terminada la lectura propiamente dicha del primer arco argumental —que, suponemos, para enganchar a los lectores que hayan descubierto Marvel por las producciones cinematográficas, cuenta con Thanos como animador del cotarro—, Panini recoge planchas y más planchas de los lápices del croata para babear una y otra vez. Sólo esperamos que este «experimento» de la editorial para con ‘Eternos’ no se pare ahí y, en el futuro, tengan en cartera más lanzamientos como este de algunas de las series que aún valen la pena dentro del ajado cosmos editorial de Marvel. ‘Nuff said!!!!