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V. Kingdom Come

El Decálogo de Alan Moore (I): Watchmen

WatchmenQuiero dejar constancia de un hecho que personalmente me parece irrefutable: Alan Moore es Dios. Al igual que el mundo de la pintura tiene a su Picasso y a su Van Gohg, y el del cine a su Billy Wilder y a su Kubrick, el gremio actual (y los aficionados en general) coincide en su inmensa mayoría en catalogar a Alan Moore como el mejor guionista vivo de la historia del cómic.

¿Es esto exagerar? Yo creo que no. Y en vez de exponer las numerosas virtudes de este genial guionista inglés que me llevan a pensar esto, voy a dejar que sea él mismo quien las enuncie a través de diez obras que considero esenciales en su obra. Serán sólo diez, como los divinos mandamientos, suficientes como para darse cuenta de que no hay ningún guionista que se acerque a la minuciosidad de Moore a la hora de contar una historia. Dies historias que, tal como reza el primer mandamiento, harán que ames a Alan Moore sobre todas las cosas.

Aquellos que conozcan bien a Moore, estarán de acuerdo en que la primera obra que debe ser mencionada es Watchmen, no porque sea noticia el rodaje de su adaptación al cine, sino porque es una obra única que consiguió hacer cambiar el punto de vista que tenía mucha gente sobre el mundo del cómic, pasando de ver un hobby infantil cuyo objetivo principal era el entretenimiento, a reconocerlo como una vía de expresión artística más, sin nada que envidiar al cine o la música. Esta fue precisamente la intención de Alan Moore, que literalmente dijo que su objetivo era crear «un Moby Dick de superhéroes».

Watchmen fue publicado por primera vez en 1986 por DC Comics como una serie limitada de 12 números. Aunque hoy en día prácticamente la única manera de encontrar la obra es en formato de tomo recopilatorio. Creo el que formato de tomo es el único defecto que le puedo sacar a este cómic, y es que no es su formato idóneo. Tal es la cantidad de información que Moore añade a la trama principal, que el intentar leerla toda de un solo golpe puede abrumar, sobre todo si uno no está acostumbrado a leer novela gráfica.

Watchmen

La historia de Watchmen nos situá en un 1985 alternativo, en el que Nixon sigue siendo presidente de los EEUU y los americanos vencieron en la Guerra de Vietnam. Pero el país no es un lugar mejor. La guerra fría amenaza al pueblo mientras sufre los estragos del vandalismo callejero. El mundo se está yendo al garete por la vía rápida, y ni siquiera el surgimiento de un grupo de superhéroes, los cuales (salvo una excepción) no disponen de ningún superpoder, consigue aunar las esperanzas de la gente. Es más, el pueblo mira con malos ojos a este tipo de apresivos, los cuales ya rechazó en los años setenta.

Bajo este contexto no es de extrañar que el grupo de héroes protagonista de Watchmen terminara por disolverse y cada uno de ellos acabará de mejor o peor manera. Hasta el momento en el que uno de ellos muere asesinado, hecho que llevará a Rorschach, un excéptico y misterioso enmascarado a investigar la muerte de su antiguo compañero, para lo cual tendrá que remover en el pasado de sus antiguos compañeros y en el suyo propio.

No voy a desvelar nada más del argumento (nunca me ha gustado destripar una historia), sino que os invito a descubrirla por vosotros mismos. Alan Moore os guiará a través de las cinematográficas viñetas (que en algún momento recordará al storyboard de una película) que conforman una historia en la cual los fantasmas personales priman sobre todas las cosas y en la cual lo que queda más patente es la humanidad (y la inhumanidad) de aquellos que se enfundan un extraño traje para sentirse superior al resto de los mortales y creerse en el derecho de poder impartir justicia con una utopía como objetivo final.

Watchmen
Otra de las cosas que me encanta de Watchmen son los apéndices que acompañan a cada uno de los capítulos de la obra. Simulando recortes de periódico, fragmentos de un libro mencionado en la historia o incluso un artículo de una revista de ornitología, estos anexos añaden una increible profundidad a la historia, consiguiendo esclarecer numerosos detalles de la trama y dando un trasfondo a los personajes principales, aunque es innecesario debido a lo marcado de sus personalidades. Es en estos anexos en los que Moore demuestra de nuevo su maestría, realizando un auténtico ejercicio de interpretación literaria, al cambiar su estilo de escritura al de un periodista de derechas, un informe policial o un superhéroe retirado.

No quiero acabar si antes mencionar al otro artífice de Watchmen, el cual se ha visto eclipsado en cierta manera por la sombra de Moore, que no es otro que Dave Gibbons. Este ilustrador inglés, que ya trabajó antes con Moore en la serie regular de Superman, aporta un gran detallismo con su definido dibujo, el cual casa perfectamente con la intención de Moore de plagar cada viñeta con pequeños detalles que, al igual que los anexos, aportan trasfondo a la historia.

Mi consejo es que todo aficionado al cómic debería tener una copia de Watchmen en casa. Es una obra maestra, la cual hará a todo aquel que vea los cómics como una simple herramienta para pasar el rato replantearse su punto de vista y querer zambullirse en el mar de posibilidades que ofrece el cómic como obra artística. Si sóis de los que ya habéis leído Watchmen y buscáis otra obra de este Dios del cómic, seguid atentos a Zona Fandom, próximamente seguiremos difundiendo su palabra.

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1 comentario en «El Decálogo de Alan Moore (I): Watchmen»

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