Si sólo nos dejamos llevar de la mano de La Cúpula, 2019 empezó allá por mediados de marzo cuando la editorial barcelonesa publicó el primer volumen de ‘En un rayo de sol’, la magistral cabecera de Tillie Walden que se cerraría un mes y poco después con su segunda entrega y que supuso uno de los puntos lectores más álgidos del primer semestre del año. No contentos con ello, llegados los calores estivales, los chicos responsables de haber dado a conocer a Ralf König o Robert Crumb en nuestra tierra, se descolgaban con ‘Laura Dean me ha vuelto a dejar’, impresionante cómic firmado por Rosemary Valero-O’Connell que nos dejaba completamente enamorados como bien insistimos en cada apertura de párrafo de la reseña que le dedicamos allá por agosto. Y ahora, cuando al año le quedan pocos compases y estamos ya a punto de enfilar la recta final de estos doce meses que nos llevaran al cambio de década, La Cúpula vuelve a conquistarnos con ‘El beso número 8’, una novela gráfica escrita por Colleen Af Venerable y dibujada por Ellen T.Crenshaw que, como ya pasara con los otros dos títulos citados, nos ha derretido el corazón.
De la misma manera que hicieran Walden y Valero O-Connell, lo que caracteriza a ‘El beso número 8’ es la firme voluntad de sus artistas de enhebrar una historia que se salga de los patrones comunes de la comedia romántica —o el dramedia romántico— por el mero hecho de versar sobre relaciones que no siguen el estándar chico-chica sobre el que el género se ha construido tradicionalmente. Así, si lo que ‘En un rayo de sol’ nos ofrecía era una visión de un futuro muy lejano poblado solo por mujeres en el que dos jóvenes tenían que vencer tiempo y espacio para reencontrarse; y ‘Laura Dean me ha vuelto a dejar’ lidiaba, en un presente muy real, con las dificultades de una adolescente para poder librarse de la tóxica presencia que suponía en su vida la Laura que daba título a la obra; en ‘El beso número 8’, Colleen Af Venerable abre el espectro de lo que se nos ofrece y coloca a su protagonista en una doble búsqueda personal de su identidad.
Amanda, la entrañable protagonista, se encuentra en un momento tremendamente delicado de su corta vida. De una parte, y esto es algo que nos muestra la historia en las primeras diez páginas, ha ido experimentando diferentes tipos de besos que han dejado en ella huellas que se mueven entre la repulsión, la indiferencia o el horror de ese número 8 que da título a la narración. Un horror que, derivado de ser una de sus dos mejores amigas el objeto de dicha muestra de afecto amoroso, terminará, como iremos viendo, dando un vuelco considerable a su existencia. Aunque quizá no tan extremo como el otro acontecimiento que, ligado al pasado de su familia, y asimismo muy relacionado con la sexualidad, golpeará a Mads hasta hacerle dudar de sus padres, de sus abuelos y de todo lo que ha conocido desde siempre.
Por muy trágico que lo haya pintado en el párrafo anterior, el genial tratamiento que Venerable da a todo el conjunto, llevándolo en volandas de un nutrido grupo de personajes tan tridimensionales como inolvidables, sortea de manera ingeniosa la lágrima fácil o regodearse en el drama más olvidable para configurar una lectura que se disfruta de principio a fin y que, conforme se va oteando el final, uno empieza a temer que acabe por temor a tener que despedirse de una ficción que, aún con elementos que claramente se exageran algunos enteros en aras de tenernos enganchados, encuentra su fortaleza en construir un microcosmos en el que sentirnos identificados, seamos del sexo que seamos y, sobre todo, tengamos la edad que tengamos. Pongamos por ejemplo el caso del que esto firma, un adulto de 44 años padre de una hija de 8 que, viviendo con cierta intensidad todo lo relacionado al progenitor de Mads y a las decisiones que tomó en el pasado y que toma en el presente, se encontró experimentando sensaciones que creía olvidadas de su pretérito yo adolescente al ir empatizando sobremanera con todo aquello por lo que la protagonista pasa.
Esto, que habla de lo singularmente brillante de la aproximación de Venerable al contacto con tan complicada edad, no es sino uno de incontables valores que añaden, ya en el apartado gráfico, una grandeza sin par. Y es que si tuviera que apuntar cuál de los tres trabajos me ha resultado más gratificante en lo visual de esta muy singular terna que La Cúpula nos ha regalado este 2019, no tendría dudas en señalar a Ellen T. Crenshaw como la que encumbra un reñidísimo podio: de trazo afable y reminiscencias al cine de animación en lo que a diseño y expresividad de personajes se refiere, no exagero cuando afirmo que en cualidad del dibujo —no en términos narrativos, que ahí todavía es temprano para establecer tamaña comparación— es uno y sólo uno el referente más claro que golpea al lector cuando va pasando las páginas de ‘El beso número 8’, Will Eisner. Incontables son las ocasiones que, durante la lectura, el recuerdo imborrable del maestro del noveno arte asoma a unas planchas cargadas de esa plasticidad que sólo el autor de ‘The Spirit’ sabía conferir a sus «actores» y encontrarla aquí, en tan soberbio volumen, es el último valor añadido que este redactor necesitaba para colocar a esta novela gráfica como uno de los cómics del año.
El beso número 8
- Autores: Colleen Af Venerable y Ellen T. Crenshaw
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 324 páginas
- Precio: 18,90 euros en