Ridley Scott. Tanto si sois cinéfilos como si no lo sois, el nombre del cineasta británico os habrá evocado de forma inmediata sus dos títulos más famosos, esos por los que siempre se le reconoce como una de las figuras más determinantes del séptimo arte de las últimas cuatro décadas y de los que sigue alimentándose aunque su trayectoria actual sea, como poco, errática. Nos referimos, cómo no, a ‘Alien, el 8º pasajero’ y a ‘Blade Runner’, puntales de la ciencia-ficción, no ya de finales de los setenta y principios de los ochenta, sino del género en cualquiera de sus acepciones y en cualquiera de sus épocas. Pero sacar siempre a colación la cinta de terror espacial, aquella en la que Harrison Ford daba caza a los replicantes o, por supuesto, la del gladiador encarnado por Russell Crowe que desafiará a un imperio, juega en demérito de valorar en lo que caben, ya escalones intermedios de su filmografía como la fascinante ‘Legend’ o la grandiosa ‘Marte’, ya ese singular y portentoso arranque que, al menos en lo visual, fue ‘Los duelistas’.
Filme a reivindicar por lo mucho que postula de forma temprana acerca de los intereses y las filias que de un modo u otro irán repitiéndose de forma sistemática a lo largo de sus cuatro décadas de profesión, la cinta en la que Harvey Keitel y Keith Carradine interpretaban a dos soldados de las tropas napoléonicas enfrentados en una sucesión de duelos a lo largo de veinte años se basaba en un relato corto de Joseph Conrad que ahora encuentra nueva y mucho más sólida vida en su despliegue argumental que aquella con la que quedaban respaldadas las dos horas de metraje de la cinta de Scott.
Tanto es así, tanto se aleja este ‘Duelo’ de Renaud Farace de lo que el realizador planteaba en ‘Los duelistas’, que si el foco de Scott en ésta se volcaba en los enfrentamientos a espada entre Feraud y D’Hubert y dejaba bastante de lado tanto el desarrollo de ambos personajes como, por descontado, el de los arquetípicos secundarios que llenaban el reparto; es el interés de Farace uno que se sitúa en términos casi diametralmente opuestos a los de la producción cinematográfica, indagando a fondo el artista francés en que la evolución de los dos antagonistas se perciba como algo creíble, y relegando a un segundo plano unos duelos que, en lo gráfico, no obstante, son instantes portentosos de una lectura que en este campo puede calificarse de soberbia.
Subrayados por tonalidades rojo sangre como corresponde a lo visceral y sanguinolento de las confrontaciones espada en mano entre los dos soldados franceses, los duelos quedan irremisiblemente reducidos a instantes fugaces en favor, como digo, de una mayor exploración de las dos caras de una misma moneda que son Feraud y D’Hubert, dos hombres atrapados en un círculo de violencia personal y cuyas vidas quedarán marcadas por dos episodios determinantes en la historia de Francia, la batalla de Austerlitz y la dramática derrota de las tropas de Napoleón en su intento de hacerse con el poder en Rusia. Con sendos momentos como «secuencias» en las que Farace saca a relucir sus mejores armas narrativas, el resto de la lectura se va debatiendo entre acercarnos a la tumultuosa personalidad de Feraud y la más calmada y cabal de D’Hubert, definiendo el artista con tanta precisión a ambos, que el ‘Duelo’ se convierte en una lectura aún más obligada incluso que la obra original de Conrad. Ahí es nada.
Duelo
- Autores: Renaud Farace
- Editorial: Ponent Mon
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 192 páginas
- Precio: 30 euros