Flamante ganadora del Premio Polar en el reciente Festival de Angouleme, ‘Castilla drive‘ es una de esas novelas gráficas en la que importan tanto las sensaciones que uno va extrayendo durante su apasionante lectura como el poso de reflexión que deja tras ella, y las muchas veces que, en las horas siguientes a su finalización, el pensamiento vuelve a ella para encontrar matices que no se habían apreciado anteriormente.
Brillante exponente del género en el que se enmarca (el polar es el equivalente francés al género negro americano y su nombre viene de la abreviatura de «policier») la obra de Anthony Pastor, artista de madre gala y padre español, se desarrolla en unos términos que, sin ser completamente ajenos a lo que otros títulos de género negro pueden ofrecer (y me estoy acordando ahora mismo del ‘Criminal‘ de Brubaker), sí que introduce ciertos parámetros que hasta ahora no había encontrado en ninguna otra historia.
Y es que en ‘Castilla drive’ el hilo conductor del relato que tanta importancia suele adquirir en las narraciones de corte noir se queda en un segundo plano con respecto a los verdaderos intereses del autor, que no son otros que hacernos partícipes de las vidas ficticias de sus personajes para que, casi sin esfuerzo por ninguna de las partes, los terminemos sintiendo como viejos conocidos nuestros.
Así, no es de extrañar que pocos momentos después de haber arrancado la lectura, Sally, Osvaldo, Pat o Raimundo nos resulten tan familiares que parezca que llevamos mucho más tiempo que un puñado de minutos asomándonos a sus tridimensionales existencias, lo que supone, a todas luces, la mayor virtud de una novela gráfica que, no obstante, no se limita a la consecución de tal logro.
Porque, en un medio como el del arte secuencial, de poco serviría lo que Pastor consigue con el guión si la parte gráfica no estuviera a la altura de las circunstancias. Afortunadamente, ese no es el caso, y labor en el tablero de Pastor resulta tanto o más apasionante que lo que la historia llega a ofrecer, ya sea por un personalísimo trazo (al que resulta complicado sacarle alguna influencia) que define a la perfección las expresiones de sus «intérpretes» como en el fascinante uso del color, con tonos cálidos muy apagados que reflejan, casi mejor que cualquier otro recurso, el extremo frío que es protagonista silente de la narración.
Y sí, voy a terminar esta reseña sin comentar nada con respecto a la trama de ‘Castilla drive’, no tanto porque sea una tarea compleja (que no lo es, ya he apuntado lo «simple» de su trama central) sino porque quisiera garantizar que, en aquellos que leáis estas líneas, se despierte la suficiente curiosidad como para acercarse a tan espléndida lectura.
- Autores: Anthony Pastor
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 164
- Precio: 20 euros