‘Balas perdidas’ era uno de esos cómics de los que llevaba años —muchos años— oyendo hablar aquí y allá y a los que, por más que fueran las ganas de hincarle el diente, no terminaba de acercarme por motivos que van desde la vagancia más flagrante —nada más sencillo que haber hecho una búsqueda en Amazon y haber adquirido el Omnibus yanqui que recopila los cinco primeros volúmenes de la serie antes de que ésta se mudara a Image—; pasando por algo que puede sonar a excusa pero es una enorme realidad, la que conforman las montañas de álbumes y volúmenes que normalmente se apilan en la sección «pendientes de leer» de mi tebeoteca; hasta llegar a la que mayor peso suponía en la decisión final de no hacer el esfuerzo: el estar plenamente convencido de que, por mucho que lo pusieran por las nubes, este noir firmado por David Lapham «no era para mí».
Llamadme loco si queréis, pero el sexto sentido que uno desarrolla después de tantos años leyendo todo lo que cae en sus manos —y no es un decir, en esta página tenéis un muestrario muy abultado de mis eclécticos gustos— saltaba cada vez que tenía la oportunidad de pensar algo así como «venga, démosle una oportunidad, seguro que está muy bien», frenando mis impulsos y anteponiéndose a disquisiciones mucho más lógicas y bien razonadas que un mero presentimiento que, ahora, leídos los dos volúmenes publicados por La Cúpula durante este pasado verano, he de admitir que estaba completamente infundado.
No creo que el titular de la entrada dé mucho lugar a equívocos pero, por si acaso, aclaro que, no sólo es que dicha percepción fuera errónea, es que aunque celebro con algarabía el que la editorial catalana me haya brindado la oportunidad de acercarme al muy particular microcosmos creado por el artista estadounidense, no puedo dejar de lamentar el no haberme aproximado antes a un título que se escapa corrediza por entre los intersticios de «obra capital de un género y un medio» para dejar atrás tal calificación y alzarse indiscutible como una de las tres mejores del cómic negro que este redactor ha tenido el placer de «echarse a la cara».
Eso sí, si eres de los que ha tenido sus reticencias para con ‘Balas perdidas’ y te sientes de alguna manera alentado a adquirir ‘La inocencia del nihilismo’ —primero de los cinco volúmenes que conforman el material que Lapham publicó bajo el blasón de El Capitán, la editorial por él fundada— después de haber leído mis efusivos envites anteriores, valga una advertencia antes de que desembolses los casi 19€ a los que puedes encontrarlo en Amazon —o los casi 20€ que figuran en su portada como precio oficial—: ‘Balas perdidas’ es de todo menos una lectura asequible. Ni su macroestructura —formada por pequeños relatos que van entretejiendo un enorme y singular tapiz— ni la forma en la que se narran cada uno de sus capítulos están ahí para ponérselo fácil al lector.
Pero, claro está, todo esfuerzo tiene su recompensa, y si asumes que hay parte de esa visión general que sólo tendrás toda vez lo hayas leído todo —y por todo me refiero a TODO, a los cinco volúmenes aparecidos al otro lado del charco y a los que han visto la luz en Image— y te dejas llevar por el apasionante viaje que propone Lapham, con lo que te encontrarás es con un tebeo de eso que consiguen que te sumerjas de manera inequívoca en el mundo que dibujan, ya sea por mor del trabajo gráfico del artista, que genera un universo tan real que casi puede palparse, como gracias a lo que se consigue en el trazado de unos personajes fascinantes, tridimensionales y en boca de los que se colocan unos diálogos que responden de manera íntima a ambos epítetos.
De entre todos ellos destaca, no cabe duda, la pequeña Virginia Applejack, una femme fatale en potencia, un agujero negro que traga toda la luz de su alrededor, que debería resultarnos antipática y desagradable pero ante la que no podemos evitar caer fascinados, ya por lo mucho que entendemos su trasfondo y de dónde viene todo el odio que se apelmaza en su interior, ya porque hacemos nuestro el sólo pueda darle salida de la explosiva forma que lo hace.
Rodeada de personajes tanto o más extremos que ella, puestos ahí como expreso decorado contra el que hacer chocar el desgraciado divagar por la existencia de esta magistral anti-heroína, es ‘Balas perdidas’ un rosario inigualable de pequeñas píldoras que, relacionadas o no con la señorita Applejack —ya os digo que, aunque en ocasiones de manera muy transversal, todo está interconectado—, coge por las gónadas al lector y las mantiene bien apretadas, sin posibilidad de que podamos escaparnos…como lo quisiera haber hecho Michael Rooker del puño de Gene Hackman en ‘Arde Mississippi’. Y eso, queridos lectores, por más que —menos mal— sea en sentido figurado, no está pagado.
Balas perdidas 1. La inocencia del nihilismo
- Autores: David Lapham
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 244 páginas
- Precio: 18,90 euros en
Balas perdidas 5. Hazañas y travesuras
- Autores: David Lapham
- Editorial: La Cúpula
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 266 páginas
- Precio: 18,90 euros en