Si bien no tengo reparo alguno en admitir que la apuesta inicial de Dark Horse por trasladar el universo que Ridley Scott comenzara a modelar en 1979 en la gran pantalla, se saldaba con, al menos, un par de historias soberbias y una continuación de ‘Aliens‘ mucho más digna que la que pudimos ver de manos de David Fincher en 1992, he de confesar asimismo que, en su versión impresa, los tebeos que nos llevan a ese futuro lejano en el que la humanidad se ve amenazada por los xenomorfos diseñados por H.R.Giger nunca ha sido santo de mi devoción. No os equivoquéis, no es por un purismo mal entendido incapaz de aceptar algo más allá de los 24 fotogramas por segundo con los que el cineasta británico primero, y James Cameron, después, levantaban dos de las mejores cintas de ciencia-ficción de la historia del cine. Mis inconvenientes tienen mucho más que ver con el hecho de que, de todas las historias impresas a las que he tenido acceso a lo largo de las últimas tres décadas, ninguna ha hecho mella en mi determinación de considerar que, fuera del cine, Alien no tiene nada nuevo que ofrecer. Y por más que lo que Philip Kennedy Johnson levanta aquí sea muy digno, os adelanto ya que lo que el guionista consigue no logra «bajarme del burro».
Ahora bien, más que en lo que a él corresponde, de lo que hablaremos en un instante, es sobre lo que a Salvador Larroca compete donde servidor encuentra mayores dificultades para disfrutar de esta nueva vida que Marvel ha querido inyectar a la franquicia después de que los derechos sobre la misma revertieran en Disney tras la adquisición de 20th Century Fox: es un secreto a voces que, de la hornada de artistas que dieron el salto al mercado editorial yanqui durante los noventa, Larroca siempre ha sido mi piedra en el zapato. Nadie le niega su asombrosa capacidad para poder hacerse cargo de una serie mensual sin despeinarse, pero la evolución de su estilo, desde unos comienzos que ya no me convencían hacia su actual yo, tremendamente hierático y tan apoyado en referencias fotográficas, ha terminado por hacerme rechazar de pleno cualquier proyecto en el que se implique, por muy atractiva que la idea pueda parecerme. Sé que es algo completamente personal y, probablemente, no compartido por muchos de vosotros, pero la antipatía que despiertan en mi las viñetas del valenciano conforma una barrera que, hasta ahora, se mantiene infranqueable.
Bajo esta tesitura, podréis comprender que, aunque Kennedy Johnson hubiera destilado oro en su guión, servidor no estaría en disposición, por mucho que tirara de mi versión más objetiva, de valorar en su justa medida este ‘Alien. Linajes‘. Desafortunadamente, no es el caso y el trabajo del guionista de ‘El último dios’ se ajusta a lo que uno espera encontrar en una historia con el xenomorfo de por medio, echando mano el escritor de una incursión en una estación espacial en órbita en la que se está experimentando con las peligrosas criaturas y utilizando, como uno de los personajes principales de la acción, al manido Bishop. El resultado, una lectura pasable con algún instante afortunado y un final bastante previsible que deja, quizá no sin ganas de más, pero sí con la incógnita de si lo que venga a continuación superará o no lo aquí narrado. Por si acaso, no vaya a ser que nos perdamos un tebeo fundamental, aquí estaremos para contároslo.
Alien. Linajes
- Autores: Philip Kennedy Johnson y Salvador Larroca
- Editorial: Panini Comics
- Encuadernación:Cartoné
- Páginas: 160 páginas
- Precio: 22 euros