Edward Ray Cochran ha decidido dar un vuelco a su vida. Ha dejado su trabajo, ha dejado a su mujer y se ha dispuesto a perseguir su sueño de convertirse en un bluesman, con el nombre de Meteor Slim. Se agencia una guitarra, se deja crecer bigote y empieza a deambular por las poblaciones rurales del sur de la América de los años 30. Pero el hábito no hace al monje, y para ser un verdadero bluesman debe aprender la técnica de los grandes y liberar sus emociones, que le permitan transmitir sus experiencias con la música. Nuestro protagonista no puede presumir de haber tenido suerte en la vida hasta ese momento, pero nadie dudará de su buena fortuna cuando sus pasos le llevan a encontrarse con el legendario Robert Johnson.
El gran mito del blues le da unos valiosos consejos e incluso la oportunidad de acompañarle para tocar en directo. A partir de aquí, se desarrollará la historia de Meteor Slim a través de garitos de mala muerte, salas de grabación y carreteras que parecen no conducir a ninguna parte. En un principio, Slim sirve como excusa para ofrecer un retrato de Robert Johnson y de la vida errante de los bluesmen, pero poco a poco, irá cobrando protagonismo y el retrato psicológico que hace de él el autor lo convierte en un personaje inolvidable.