'El zorro y el pequeño tanuki', el kitsune solitario y su mapache

Carne perpetua de YouTube y Tiktok, que un animal considerado una fiera se ocupe con mimo de un cachorro, no necesariamente de su propia especie, es una escena de esas que conmueve hasta al más duro. Pero si nos metemos en materia de cómics es uno de esos asuntos que suele traer problemas…sobre todo para el depredador. Y es que, al menos a mí, resulta imposible dejar de asociar el concepto a una obra tan recomendable como ‘El malvado zorro feroz‘, la pequeña odisea de un raposo muerto de hambre que intentando satisfacer sus instintos alimentarios se encuentra de la noche a la mañana convertido en madre de una familia de pollitos. Algo que le llevará por la calle de la amargura y dará para una deliciosa comedia disparatada que se adaptó a la pantalla en una película homónima cuyo visionado no puedo dejar de recomendar. Pero, a pesar de las similitudes, no es el inefable Renard el que ocupa mi mente en este momento sino, salvando las distancias, otro zorro que en esta ocasión llega de Japón pero que, al igual que su pariente francés, se va a ver obligado a ocuparse de una pequeña y linda criaturita bajo amenaza de castigo divino en un título que no lleva a engaño: ‘El zorro y el pequeño tanuki‘.

Zorro (kitsune) y mapache (tanuki) son dos viejos amigos del folklore nipón. Dos seres sobrenaturales capaces de cambiar de forma, amigos de las travesuras y que pueden traer a los humanos tanto buena suerte como más de un quebradero de cabeza (algo de esto, al menos en el caso del primero, les sonarà a los seguidores de sagas como ‘Naruto‘). En este caso Senzo, el zorro del título, es un ser de oscuro pasado que por sus malas acciones, tras un encierro de varios siglos, es condenado a cuidar de Manpuchi, una cría de tanuki, «hasta que sea digno seguidor de los dioses». Mientras Senzo ha visto mermados notablemente sus poderes los de Manpuchi apenas si empiezan a manifestarse e incluso influir en el propio Senzo, generando más de un malentendido. Ambos se ajustan así al popular arquetipo de adulto amargado y jovial niño inocente que poco intuye como contribuye en parte al mal carácter del primero. Un buen cimiento para la dimensión cómica del relato aunque esta historia no es solamente esto, sino que nos encontramos ante el comienzo de un viaje iniciático de madurez para ambos personajes que se adivina lleno de conflictos, y en el que no faltarán otros animales mágicos como lobos, gallos o un tejón que al final del primer tomo ya se perfila como un villano en toda regla.

Si algo llama la atención en un primer momento de este manga es el tratarse de una obra protagonizada por animales (y no antropomorfos, como sucede en cómics como ‘Monotone blue‘, de Nagabe, aunque entre los poderes de algunos entra el de adoptar el aspecto de seres humanos, ni meras mascotas como los numeroso títulos con protagonista felino publicados en nuestro país), así como un estilo de dibujo que, sin renunciar al espíritu manga, resulta casi disneyniano (no en la línea del mapache de ‘Pocahontas‘, que quizás es lo primero que os venga a la mente al mentar esta especie). Un llamativo y primoroso apartado visual que es lo primero que atrapa de una trama cuyos personajes, sin dejar de ceñirse a estereotipos, consiguen resultar carismáticos, y que muestra la pericia de una autora que sabe lidiar entre un tono realista y otro más caricaturesco.

Obra con fuerte aroma a fábula, algo en lo que no es baladí su protagonismo animal, ‘El zorro y el pequeño tanuki’ cuenta ya con cinco volúmenes publicados en Japón, y llega a las librerías españolas como una propuesta fresca dentro del género fantástico. Un manga que pueden disfrutar niños y adultos por igual, con humor blanco, un buen sentido del ritmo y cierto toque de moraleja. Épicas batallas entre guerreros de poderes sobrenaturales y escalofriantes apariciones quedan en el tintero en un cómic en la que la fantasía se acerca más al espíritu de los cuentos que se leen junto a la cama…un hábitat que no puede ser más adecuado para un zorro y un mapache forzados a una simbiosis poco creíble en el reino animal pero que aquí se convierte en el germen de una historia tan humana que hasta se nos olvida estamos ante animales.