'Zapatitos plateados', ¿Qué fue antes?¿El niño o la gallina?

Pasarán los años, pero entre los grandes tópicos a los que nos ha acostumbrado el manga durante años está el tímido de manual, ese adolescente más o menos crecidito que se pone rojo como un tomate cuando se le aproxima cualquier persona que le guste y si ya, para colmo, le roza, es bastante propenso a sufrir una hemorragia nasal que ríete del géiser del Parque Yellowstone. Claro que alguno opta directamente por el camuflaje como el protagonista de ‘Bolsa de papel -kun está enamorado‘ (Aunque su atavío digno de uno de los episodios más irrisorios de la trayectoria de Peter Parker oculta alho más). En esta línea está la mamá del pequeño Jun, dos de los protagonistas de ‘Zapatitos plateados‘, a la que el niño, con la excusa de que le afecta el calor, jamás ha visto sin su disfraz de gallina. Pero este sólo es el elemento discordante en lo que es un slice of life en toda regla. Porque lo único que esconde el avícola atavío es que la dulce mamá es la pareja del padre de Jun, un chico bastante joven que no está dispuesto a confesarle la verdad que hay tras el traje a su hijo, al menos por el momento.

‘Zapatitos plateados’ es la historia de cómo un niño va descubriendo el mundo, un viaje al reino de la inocencia que todavía no se ha perdido. De cómo se descubren cosas nuevas que todos damos por sentado, como el placer de recibir y escribir una carta, de como se supera la enfermedad y se aprende a asumir la culpa o de como afrontar la pérdida, aunque sea algo temporal. Y por otro lado el reto del día a día para una familia feliz, con esos padres que todavía se cuestionan como educar a su hijo pero que tienen muy claro que es una labor que se logra luchando juntos y sin rendirse un solo día. Este manga es una visión dulcificada más que de cómo es una familia como debería ser, con un aroma dulce incluso ante problemas que, aunque parecen sencillos, a una edad como la que tiene Jun, a punto de cumplir los seis, pueden conducir a auténticos traumas como es el no saber si realmente se parece a su madre, pero dejando muy claro que hay un arma fundamental para superarlo casi todo: el diálogo.

A ello acompañan unas imágenes tan dulces como su argumento. De líneas suaves, con un diseño agradable de personajes entre los que sin duda destaca esa grotesca pero simpática madre gallina, aunque sin excesivos alardes, y con ese problema común que aligera la lectura pero resta matices como es una presencia de fondos meramente testimonial, su apartado visual se ajusta perfectamente a su esta historia, o casi debería decir historias, a esta colección de historias que recorre la práctica totalidad del año sin olvidar las vacaciones de verano o San Valentín.

Título en un solo volumen, algo habitual en la obra de esta mangaka publicada en nuestro país, ‘Zapatitos plateados’ busca su propio camino. Lejos de esos BL con tendencia a las escenas explícitas y de los niños habituales del manga de comportamiento adulto como Shin-chan o que tienen poderes especiales como la Anya de ‘Spy X family‘ este cómic exuda naturalidad, haciendo que a medida avanzan las páginas dejenos de ver a la madre de Jun como un pollo gigante porque, francamente, este matiz se ha convertido en algo completamente secundario para nosotros. Unos fragmentos de vida que inspiran al lector una ligera sensación de bienestar que atrapa más por sus personajes que por su dibujo o las historias propiamente dichas, con su original manera de hablar de la igualdad y de tratar lo que es esencial para cualquier familia, haya vínculos de sangre o no: los sentimientos.