‘Sir Pyle’, arqueología «Munuerista»

Que un tebeo firmado por nuestro José Luís Munuera es de lectura obligatoria es algo que sobra afirmar cuando cualquier cosa que se ha publicado en los últimos años con la autoría del lorqueño ha terminado formando parte de la tebeoteca del que esto suscribe. Que la totalidad de ellos son, como poco, un deleite para los ojos, es evidente a la vista de títulos tan soberbios como los álbumes de ‘Spirou & Fantasio’, la excelsa ‘El juego de la luna’ o la reciente incursión en el universo de la piratería que fue el pasado año la simpatiquísima primera entrega de ‘Los Campbell’. Sobraban pues razones para que servidor se acercara, sí o sí, a este ‘Sir Pyle’ que ponía en circulación Yermo Ediciones el pasado mes de octubre en un alarde de labor arqueológica brillante al desempolvar unas páginas que el dibujante español publicara en los albores de su trayectoria en el país vecino allá por ¡¡1999!!.

En los quince años que separan la edición original de las aventuras de Sir Pyle S. Culapio de la publicación de este integral, la carrera de Munuera ha tenido tiempo más que suficiente para asentarse, cambiando su estilo de tal manera que al asomarse ahora a las presentes páginas cuesta identificar al dibujante que es hoy: si bien sus habilidades narrativas se establecían ya en modos bastante asentados hace tres lustros, las estilizadas formas que hoy lo caracterizan se encuentran aquí en pleno desarrollo, aunque ello no implique que el murciano se arrope ya en la caricatura y las reminiscencias cartoon que tanto han caracterizado su trazo como máximas que dan personalidad a las páginas por él firmadas.

Acompañado por el también español Rubén, que adapta su estilo a los patrones de los dos primeros álbumes para firmar el tercero de los que conforman este simpático integral, lo que aquí podemos encontrar es un cómic 100% Morvan, un guionista con el que Munuera ya había colaborado previamente en ‘Merlin’ y con el que volvería a trabajar después en ‘Nävis’ y las fantásticas aventuras de la creación de Franquin y Jijé. Sin alcanzar la plenitud que sí podíamos observar en éstas últimas, no deja de ser reseñable que las aventuras de este mitólogo (una suerte de médico de mitos y leyendas) se dejen llevar por una mala baba y un sentido del humor cínico y negro que termina por convertirse en la mejor cualidad de una lectura que se pasa volando, que sabe provocar la carcajada y que recomendaría a cualquiera que tuviera la sana intención de pasar un rato la mar de divertido.