Creo que lo dejo todo claro en el título, pero el primer tie-in de abril respecto a esa guerra mundial que se ha montado a costa de Hulk es eso: espectáculo puro y duro, vacío de mucho sentido, pero bastante mejor que el de la mayoría de las películas de Michael Bay, sin tiempo para muchas más contemplaciones.
La edición de Panini recoge los dos números de los que constó Ghost Rider en EEUU cuando le llegó su momento de entra en la guerra. El primero es un desperdicio para el que sólo esté interesado en el personaje por su relación con la World War Hulk. De hecho, hasta las últimas páginas no entra en materia. Y el segundo se dedica, principalmente, a crear escenas lo más espectaculares posibles sobre el enfrentamiento entre Ghost Rider y la Masa.
Y ahí triunfa. Literariamente, puede que el cómic no valga mucho, pero, metido en harina, tiene escenas por las que pagaría cualquier productor de acción de Hollywood. Sí, te lo lees en nada, no deja poso y chicha tiene más bien poca (si sólo te interesa por las posibles implicaciones del tie-in en la saga principal, basta con que te leas la última frase del Doctor Extraño; eso sí es capacidad de síntesis). Posiblemente, no valga el precio de la portada. Pero, oye, es casi tan divertido como La Roca y, desde luego, mucho mejor que otras películas de Michael Bay. ¿Venderán algún día palomitas para acompañar a los tebeos?
Pues eso, un prodigio de sutileza.
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