'Wika', fantasía barroca

Ya la portada deja muy claro que lo que vamos a encontrar en este grueso integral que nos trae Yermo no cae dentro de los esquemas comunes del tebeo europeo: el trazo de Olivier Ledroit parece mezclar en su concreción una clara influencia de J. Scott Campbell —¿dónde estará metido este enorme dibujante que tanto nos hizo pasarlo bomba con su ‘Danger Girl‘?— con la mejor tradición del ~~barroco~~ rococó, cargando de mil y un detalles una ilustración en la que cabría perder muchos minutos apreciando hasta la última acotación. Y aunque lo normal es que tal nivel de detalle se limite a la cubierta, es abrir el volumen y comenzar a dar cuenta de sus páginas y preguntarnos, una y otra vez, cuánto tiempo habrá llevado al artista francés acabar cada una de las más de doscientas planchas que conforman esta suerte de adaptación de la historia de Oberon y Titania en clave de fantasía-heróica con tintes de ficción steampunk que es ‘Wika‘.

Y es que, página tras página, no podemos dejar de alucinar —cuidado, no siempre en el buen sentido, más de eso en unas líneas— ante un despliegue gráfico que nos apabulla, que no escatima en esfuerzos en cuanto a los más imposibles diseños y que, en los compases finales, abandona toda mesura y nos ofrece desde dobles páginas en sentido vertical de lectura hasta un desplegable cuádruple que hará las delicias de aquellos que crecieran con los ‘X-Men‘ de Jim Lee —o sus ‘WildC.A.T.S‘— como referentes imprescindibles de su cultura tebeística. Más, como apuntábamos, tanto detalle hasta en el último e insospechado rincón termina haciendo flaco favor aquí y allá a un avance relativamente fluido de la lectura, y ‘Wika’ se resiente de la atención prestada al dibujo y el sucinto mimo que se gasta hacia la narrativa.

Algo que también cabría achacar al guión de Thomas Day, que carga las tintas en exceso, aunque no de manera constante, en querer hacer de su criatura algo más que lo que realmente es: un cuento de hadas que, creemos, se hubiera beneficiado sobremanera de una mayor sencillez de formas. De haber sido así, la historia de la protagonista, de sus amores, y sus tragedias, de sus conquistas y sus aventuras hubiera funcionado mucho mejor que en esta compleja urdimbre en la que el foco nunca se mantiene firme para iluminar aquella zona del escenario que realmente nos interesa. Cabría aquí argüir que, con dibujos como los de Ledroit, lo que menos importa es que la historia no funcione a las mil maravillas, pero para alguien que considera que el mejor cómic es el que mejor casa ambos mundos, esta ‘Wika’, con toda su espectacularidad, su pomba, boato y artificio, se queda a medias.