'Vengadores: Ultrón ilimitado', el enemigo en su versión definitiva

Resulta ineludible, cuando vuelvo a unas viñetas que en su momento releí incontables ocasiones, no seguir apreciando en ellas un valor que pocas veces he logrado hallar en las páginas de la agrupación de héroes más cambiante del Universo Marvel. Tanto, que ahora mismo, y si tuviéramos que atender a lo que ocupa espacio en mi tebeoteca, sólo hay otra etapa de la cabecera —la de Jonathan Hickman— que, creo, está a la altura de lo que Kurt Busiek y George Pérez construyeron toda vez hubo terminado ese horrendo experimento que fue el ‘Heroes Reborn‘. Y eso es mucho decir de una serie que lleva cinco décadas dando tumbos por La Casa de las Ideas y por la que ha pasado lo más granado del mundo del noveno arte estadounidense, con tantos nombres ilustres dejando su impronta en ella que pretender siquiera citar al puñado de más calado sería una opción viable.

Con un arranque superlativo, tanto en lo que a Busiek respecta como, sobre todo, a unas páginas de Pérez que, creo, conocieron pocos iguales a lo largo de su dilatadísima carrera, el primer año de la nueva encarnación de la serie se saldaba dejando el pabellón muy alto y estableciendo un listón que, sin los lectores saberlo, Busiek y Pérez pretendían seguir superando con un segundo año que, aunque no por completo suyo, tiene, como afirmamos en el titular, el enfrentamiento definitivo entre los mayores héroes de la Tierra y Ultrón. Tras haber cruzado el tándem los destinos del Capi, Iron Man, Thor y compañía, primero con los Thunderbolts —que volverán a aparecer de nuevo por la cabecera en el tercer año—, después con los New Warriors; haber traído de vuelta a la Bestia y a Triathlon y, prepararnos para el regreso del robot al que pondría voz James Spader en la gran pantalla, la serie llega a su número 19, primero que queda incluido en este Must-Have y número en el que Busiek y Pérez sacan toda la artillería pesada.

El guionista haciendo gala de su mejor yo, planteando un arco de una épica rotunda que bebe sin remilgos del pasado para quedarse con la mejor esencia de él y que, como ya pasara en el primer año de la cabecera, deja un claro sabor contemporáneo de evidente «retrogusto» clásico. El dibujante, con la inestimable ayuda de Al Vey en los acabados, insiste en la misma hazaña que su compañero de fatigas, y viendo sus planchas, plagadas del dinamismo extremo y el abundante gusto por el detalle que siempre han caracterizado su estilo, uno no puede evitar sentir que —por más que ya arrastren tras de sí la friolera de dos décadas— está ante algo que huele a la par a aire fresco y a mueble antiguo bien conservado. Y esa idea, la de haber conseguido dar con la tecla después de un instante en el que Marvel había invertido mucho tiempo y dinero en dar auténticos palos de ciego, es la que, veinte años más tarde, aún permanece incólume en la sobresaliente valoración que este redactor hace de, insisto, una de las dos mejores versiones que han conocido ‘Los Vengadores’…sobre el papel. ‘Nuff said!!!!