Cuando Panini anunció la nueva línea “Extra Superhéroes”, con tomos en tapa blanda y tamaño reducido con los que pretendían reunir algunas etapas antiguas de Marvel, a mí me pareció buena idea. Evidentemente estábamos hablando de cómics Marvel de los últimos quince años por lo que no nos íbamos a encontrar grandes clásicos ni obras maestras pero sí pequeñas joyitas realizadas durante este tiempo. Y una de estas era, precisamente, el tomo que tratamos hoy:
‘Thunderbolts: La justicia, como el rayo…‘ en el que debutaba uno de los grupos superpoderosos que mejor sabor de boca nos han dejado a lo largo de los últimos años, todo de la mano de un Kurt Busiek (‘Astro City’) en su salsa y un Mark Bagley (‘New Warriors’, por ejemplo) que, a pesar de estar algo quemado en la época, dio de sí. La idea detrás de ‘Thunderbolts’ era bien sencilla. Marvel necesitaba, en la época tumultuosa que describiré dentro de unas líneas, un nuevo supergrupo. Algo que llamase la atención a los fans más acérrimos de los superhéroes pero además a los lectores nuevos y que tienen miedo de lo que pueden encontrar en la librería. Se trataría de algo nuevo, o por lo menos en apariencia. Y creo que nadie predijo que se convertiría en uno de los títulos de referencia de la época.
‘Thunderbolts’ y la época en la que le tocó nacer
Para todo aquel que lleva unos decenios en esto de los cómics, o por lo menos no se ha quedado en el cómic del siglo XXI, sabrá que hubo una época en la que la media de calidad era atroz. Los guionistas habían sido relegados a meros esclavos de los editores, que imponían su criterio a la hora de plantear las tramas con tal de llamar la atención del fandom. Importaba más la espectacularidad que la sensatez (y calidad) y en Marvel eso les acabó llevando al borde de la bancarrota. A mediados de los 90 había buenas ideas pero esta tiranía del editor hacía que los argumentos se alargaran hasta el infinito con giros de trama casi en cada página (un ejemplo lo vemos en la Saga del Clon de Spiderman, que comenzó bien pero decidieron alargarla un par de años).
Por aquel entonces Bob Harras era el Editor Jefe de la editorial y de su mente salieron ideas bastante cuestionables, por decirlo de alguna manera. Como, por ejemplo, relanzar la línea de Héroes Marvel (Vengadores y 4 Fantásticos) aprovechando ‘Onslaught‘, el evento mutante en el que los grandes superhéroes acabarían pereciendo a manos de uno de los seres más poderosos jamás concebidos. Esta circunstancia hizo que Bob Harras llamase a sus amiguetes Jim Lee y Rob Liefeld para que, a través de sus estudios, relanzaran a los dos grandes grupos no mutantes en Heroes Reborn en las que se reiniciaban a ‘Los 4 Fantásticos‘, ‘Los Vengadores‘, ‘Iron Man‘ y ‘Capitán América‘ en un universo separado de la Tierra 616, el Universo Marvel normal.
Evidentemente en un grupo sin los superhéroes de élite algún otro grupo debía tomar el mando de ser los número 1 del Universo Marvel, y aquí entraron Kurt Busiek y Mark Bagley con un concepto: ellos crearían un nuevo grupo de superhéroes que se harían inmediatamente populares pero que a su vez ocultarían un gran secreto. Y dicho y hecho, cuando salió el primer número de ‘Thunderbolts’, con fecha de portada de abril de 1997, fue toda una revolución. En ese número y casi de la nada (bueno, habían aparecido en un especial poco antes) surgirían estos nuevos héroes: Tecno, Mach-1, Pájaro Cantor, Atlas y Meteorito liderados por el misterioso Ciudadano V.
Rápidamente estos superhéroes ganarían el favor de la ciudadanía americana. Pero los Thunderbolts no eran lo que decían ser ya que, según se revela en el primer número (y ojo spoiler, de catorce años y fundamental para la serie, pero spoiler al fin y al cabo) no se trata de otros sino de Los Amos del Mal, uno de los peores enemigos de Los Vengadores liderados por el malvado Barón Zemo. Esta circunstancia será el macguffin, el motor que movería la acción del cómic y el primer punto del plan maestro de Busiek con el cómic. Así pues durante el tomo Busiek nos mostrará la razón de esto, la relaciones entre los diferentes miembros del supergrupo y la agenda oculta del Barón Zemo/Ciudadano V.
Y lo hace con el estilo que le caracteriza, sin prisa pero sin pausa y de manera que todo lo que ocurra alrededor de los Thunderbolts nos parezca medianamente lógico. Con un guión de Busiek denso pero fresco que se agradece en medio de una época en la que los cómics se escribían, mayormente con ciertas partes del cuerpo que no citaré. Todo esto, ayudado por el ágil y dinámico trazo de Bagley entintando principalmente por Vince Russell que proporciona a la serie del vigor que necesita.
En definitiva ‘Thunderbolts’ es, quizás, el primer paso en el camino de redención del cómic noventero, sobre todo por parte de Marvel (el segundo paso vendría con Heroes Return y el tercero con Marvel Knights). Una serie que a lo largo del tiempo sigue siendo muy disfrutable y más que recomendable, por eso os recomiendo encarecidamente que os hagáis si no con este tomo con las primeras aventuras del grupo con los tomos de la colección actual de Jeff Parker.
- Incluye: Thunderbolts 1-12; Annual ’97; Distant Rumblings
- Autores: Kurt Busiek, Mark Bagley et al.
- Editorial: Panini / Marvel – Extra Superhéroes
- Formato: Rústica // Color // 392 páginas // 18 euros
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